1. Tiktokificación

“La ‘tiktokificación’ de las redes sociales 👉 Así serán las redes que nos esperan: mucho entretenimiento, menos comunidad y más broadcasting personalizado”, tuiteaba Carlos Scolari el jueves. Traía un link a un artículo de Judit Castaño en La Vanguardia. “En las últimas semanas hemos conocido las nuevas funciones que Meta quiere aplicar en dos de sus principales plataformas Facebook e Instagram. Todos los cambios apuntan hacia una misma dirección: replicar el modelo de TikTok. (…) En este sentido, Meta está trabajando para parecerse cada vez más a TikTok. Un ejemplo. Facebook dejará de tener un news feed, donde las publicaciones se ordenaban cronológicamente, para tener una ‘home’. No solo se trata de un cambio de nombre, sino que la red social dejará de dar prioridad a los contenidos publicado por tus ‘amigos’ para mostrarte contenido adecuado a tus gustos y necesidades. Más entretenimiento, menos saber qué hacen nuestros contactos. Instagram ha hecho lo mismo que Facebook pero en este caso dando más prioridad a los Reels, una especie de vídeo corto muy parecido al formato TikTok. (…) Twitter también ha hecho esta transición hacia un modelo algorítmico en lugar de cronológico. Tu feed ya no solo muestra lo que publican tus seguidores, también te salen tuits virales de gente random o sugerencias que podrían ajustarse a tus gustos. (…)
Por asociación libre, me evoca a algo que leí el domingo, por Martín Rodríguez: “Massa viene sin biblioteca y sin guitarra. Massa es como estos tiempos: sin margen, corre y vuela, es más ‘corto’”.
Vuelve Castaño: “Actualmente no solo estamos viviendo la “tiktokificación” de las redes sociales, algunos expertos lo califican como el fin de una era (que no el fin de las redes sociales). ¿Por qué? Por el cambio de objetivos. Si la función inicial de Facebook, Instagram o Twitter (por decir las más populares) era contactarte con tus amigos o familiares, su principal objetivo a partir de ahora será entretenerte para retenerte el mayor tiempo posible a sus plataformas. Cuanto más tiempo, más anunciantes. Cuantos más anunciantes, más dinero.”
 

2. Necrófono

El 28 de julio hubo una tertulia de ciencias ocultas en La Manzana de las Luces, en el centro histórico de Buenos Aires.. En medio del hilo de Twitter donde se anunciaba, se puede leer: “Con MR. Kreg, célebre médium formado por unas ancianas espiritistas de Hideville, que hará junto a la pareja de artistas Chiacho & Giannone, una performance, presentando el necrófono, un smartphone última generación que permite conversar con los muertos”. 
Caramba.
Me quedo dando vueltas con la ironía de lo de “última generación”, que parece combinar mal con la palabra “smartphone”, que ya suena a vieja. Las tecnologías para hablar con los muertos no son tan nuevas; incluso el mismo necrófono se remonta a Edison
El tuit que me llevó al necrófono lo vi por una respuesta de Mariana Eva Perez, mi especialista en hauntología (N91P03); pienso en la mediumnidad (N91P04) tal como la vi en la Antivisita (N91P01), hace un mes. La mediumnidad es lo contrario de un smartphone de última generación: carga la responsabilidad de comunicarse con los muertos en la persona que oficie de médium, no en la tecnología. 
 

3. BLOOM

Era hora: llegó el modelo lingüístico de inteligencia artificial en abierto, como una suerte de LaMDA (N88P05) para todes. Se llama BLOOM, por BigScience Large Open-science Open-access Multilingual Language Model. Este es el resumen que vi en el grupo de Telegram DHyTecno: “Un grupo de más de 1000 investigadores de IA ha creado un extenso modelo de lenguaje multilingüe más grande que los modelos de Open AI y Google. Lo ofrecen de forma gratuita y en varios idiomas para que sea accesible a toda la comunidad. BLOOM ha sido creado durante el último año por más de 1000 investigadores voluntarios en el proyecto denominado BigScience, que ha sido coordinado por la startup de inteligencia artificial Hugging Face con fondos del gobierno francés, y presentado hace unos días. Los investigadores esperan que el desarrollo de un LLM de acceso abierto que funcione tan bien como otros modelos líderes, genere cambios duraderos en la cultura del desarrollo de la IA y ayude a democratizar el acceso a la tecnología de IA de vanguardia para los investigadores de todo el mundo.”
Viene de un artículo de Melissa Heikkilä en el MIT Technology Review que titula con lo central: “En código abierto y multilingüe: este modelo de lenguaje democratiza la IA”. Más de mil voluntaries lo entrenaron en 46 lenguas, incluidas 13 de la India y 20 africanas, buscando compartir herramientas que cualquiera pueda usar, estudiar y modificar. “Cualquier persona lo puede descargar y probarlo de forma gratuita en la web de Hugging Face. Los usuarios pueden elegir entre una variedad de idiomas y luego escribir peticiones para que BLOOM realice distintas tareas como escribir recetas o poemas, traducir o resumir textos o escribir código de programación. Los desarrolladores de IA pueden usar este modelo como base para crear sus propias aplicaciones. Con 176.000 millones de parámetros, BLOOM es más grande que el GPT-3 de OpenAI (…). Para los idiomas como el español y el árabe, BLOOM es el primer gran modelo de lenguaje de este tamaño”. 
Me hace pensar en cerezos. Y en Molly. ¿Cómo serán los monólogos que escriba BLOOM?
 

4. Datadiversidad

Un tuit de la cuenta Vector de Conceptualización Sociotécnica. “Hoy en @ElSaltoDiario,  @laplebeya_ y @Cleonike desmontan mitos de IA, analizan la pertinencia del concepto de inteligencia vs cognición técnica y apuntan la posibilidad de otros tipo de IA desde un marco de cognición distribuida y datadiversidad”. Voy al artículo, titulado “Mitos, realidades y posibilidades de la Inteligencia Artificial”. Lo firman  Toni Navarro y Alejandra López Gabrielidis, a quienes recuerdo de la palabra infomaterialidad (N24P10). Toman el ejemplo de LaMDA y discuten la noción misma de inteligencia. Y llegan finalmente al subtítulo “Datadiversidad”: “Cuando sabemos qué problemas queremos abordar, qué cuestiones resultan suficientemente significativas para invertir tiempo, dinero y esfuerzo en el desarrollo de sistemas de IA y en sinergias humano-técnicas, entonces se hace de crucial importancia qué datos tenemos que crear.”
Hace un mes, López Gabrielidis dictó la conferencia “Percepción digital y datadiversidad”. Este texto presentaba la charla: “Hoy en día los dispositivos digitales perciben y aprehenden el mundo a través de la ‘datificación’. Si la percepción es un engranaje previo a la acción, los sensores y las bases de datos que construimos determinan el tipo de acción que estas máquinas proyectarán en nuestra realidad. En otras palabras, el espectro de qué es posible hacer con estas tecnologías está supeditado en gran medida a la tipología de datos con la cual las alimentamos ¿En qué medida la tecnodiversidad digital pasa por una cuestión de datadiversidad? ¿Cómo podemos incentivar la imaginación y la creatividad para generar otro tipo de datos y sensores que no sirvan únicamente para el control, la vigilancia y la mercantilización? ¿Podemos entender la percepción digital no solo como una cuestión técnica, sino también política?”
 

5. Discognición

En el mismo artículo, Navarro y López Gabrielidis citan una definición de Jerry Kaplan: “la esencia de la IA (y de la inteligencia en general) es la capacidad de hacer generalizaciones apropiadas de manera oportuna a partir de datos limitados.” 
Continúan les autores: “La cognición suele estar asociada al pensamiento humano y a la conciencia. Pero ciertas ramas científicas, como la biología cognitiva, atribuyen comportamientos inteligentes a otros seres vivos no humanos. (…) ¿Podemos entonces llamar inteligentes a los objetos técnicos? Siguiendo el planteamiento de Katherine Hayles en su libro Unthought, en relación a los objetos técnicos conviene hablar en términos de cognición más que de inteligencia. Si la inteligencia suele ser pensada como un atributo, la cognición hace más referencia a la idea de proceso, a un despliegue dinámico dentro de un entorno en el que la actividad misma marca la diferencia. Por ejemplo, un algoritmo informático escrito como instrucciones en un papel no es en sí mismo cognitivo, pues sólo se convierte en un proceso cuando se instala en una plataforma capaz de comprender el conjunto de instrucciones y llevarlas a cabo”. Y citan a Steven Shaviro, autor de Discognition: “Shaviro propone justamente el término de ‘discognición’ para designar ‘algo que perturba la cognición, excede sus límites, pero también es su condición de posibilidad’; lo cual se acerca a la noción de N. Katherine Hayles de lo ‘impensado’ — procesos cognitivos no conscientes e inaccesibles a la introspección pero que sin embargo son esenciales para el funcionamiento de la conciencia. La cognición es definida por Katherine Hayles, más allá de la conciencia, como ‘un proceso que interpreta información dentro de contextos que la conectan con significado’”.
 

6. Inteligencia

Buena parte de las discusiones sobre la inteligencia artificial revolotean sobre un implícito en disputa: a qué llamamos inteligencia. Navarro y López Gabrielidis se van hasta el nous de la Grecia antigua tratando de rastrear y anclar ese sentido flotante, y plantean el contraste entre “el neorracionalismo [que] sostiene que la inteligencia puede reducirse a un conjunto de funciones que pueden ser realizadas en diversos soportes materiales con independencia de ellos” y “la tesis contraria: la de la conciencia encarnada, que defiende la interdependencia de la mente y el cuerpo”. 
Por ahí va también Sofía Scasserra en la charla “¿La inteligencia artificial representa un futuro sin empleo?”, en el ciclo encUEntros.  “Inteligencia artificial lo que se dice inteligencia artificial, no existe. No existe tal cosa como la inteligencia artificial, porque la inteligencia es mucho más que la capacidad enorme que tenemos de procesar datos a través de sistemas de inteligencia artificial o de machine learning. Hemos creado un sistema estadístico súper complejo y preciso, pero inteligencia, lo que se dice inteligencia, no es. Y es porque la inteligencia es mucho más que la sola capacidad de procesar datos: es nuestra capacidad de crear, de ilusionarnos, de sentir, de predecir, de innovar y de tantas cosas más. La inteligencia es el sexto sentido que tenemos en nuestro cuerpo, que tenemos inserto en nuestro cuerpo, y que muchas veces no lo consideramos un sentido; pero la realidad es que no puede ser reemplazado por un mero sistema de procesamiento de datos.” 
 

7. Somatofobia

Vuelvo a una de las citas que traje en la palabra anterior, y amplío. Dicen Navarro y López Gabrielidis: “Como afirma Steven Shaviro en Discognition, ‘estamos empezando a abandonar la idea de que los estados mentales son patrones inmateriales e independientes de su plataforma o sustrato material’. Esto explica el interés que despierta actualmente la tesis contraria: la de la conciencia encarnada, que defiende la interdependencia de la mente y el cuerpo frente a la oposición tradicional de estas entidades en la que, como hemos visto, se fundamenta la mayor parte de la filosofía occidental, cuya somatofobia ha sido señalada por muchas feministas como intrínsecamente misógina.”

 

8. Gravers

“Estos ravers geriátricos (también conocidos como ‘gravers’) siguen de fiesta”, titula Popkin en Boing Boing. Humor negro no le falta: en una sola palabra, “gravers” manda a les habitués de las fiestas electrónicas más mayores (g-ravers) a pensar en la tumba (grave). 
(La relación entre rave y grave no la había visto nunca. Hace un rato hice un rompecabezas con mi hija, antiguo, piezas de madera, y era así: la pieza que iba estaba bajo nuestros ojos pero no la veíamos hasta que la veíamos).
Igual el hallazgo de la palabrita no es de Boing Boing sino de High Society, un video en el que la nota se basa, producido por la rama británica de Vice. En los primeros segundos, una chica pregunta a un hombre con canas y arrugas: “¿Cuándo vas a dejar de salir de fiesta vos?”. “Cuando esté muerto”, responde. Chiste servido.
Después vienen los datos: que más de 3,7 millones de personas de más de 45 años van a raves cada fin de semana en el Reino Unido. En el segundo 32, uno de ellos explicita: “Rave till the grave” (“De fiesta hasta la tumba”). Una periodista de 27 años viaja a Newcastle, a una rave para mayores y describe la senior party scene, que es más grande de lo que parece. A lo largo del video entrevista a una serie de personas y les pregunta cuál es la clave para seguir partuseando durante décadas. La mejor respuesta: escuchar al cuerpo.
 

9. Kawaii

“¿Sus hijas de +/- 7 años también usan “kawaii” como adjetivo, como si viviéramos en Tokio?”, tuiteó Mercedes Paz hace un par de semanas. Y completó: “Hoy nos cruzamos con un cachorrito adorable y dije qué perrito tan kawaii adelante de mi hija para ver si lo estaba usando bien. Me dijo ‘lo usaste bien pero queda raro que lo uses vos’. Bueno mi vida perdón por apropiarme de tu cronolecto no volverá a suceder.” Respuestas: “Reeee. Hoy Elo irrumpió en un negocio de ropa y accesorios de nenas más grandes (desde 8) al grito de “es todo tan kawai que me muero”. “Confirmo también. Todo lo tierno es Kawai”.
En mi casa no se usa así, solo en su sentido restringido de “estilo de dibujo”, dijeron mis hijas, y cuando les pregunté les fui sacando con tirabuzón que era un estilo oriental y muy tierno, con énfasis en la noción de “ojos kawaii”.
Según se cuenta en la Wiki, la palabra se aplicaba originalmente solo a bebés y animales, considerados “auténticamente kawaii”, pero después explotó aplicado a juguetes, particularmente a Hello Kitty, y tuvo una segunda explosión con la cultura otaku
Ante una pregunta más específica, Paz se explayó: “Es algo como ‘cute’ o ‘adorable’ en japonés. La Pipu lo aplica sobre todo a peluches y juguetitos variados. Su pasión ahora son las ‘cacas kawaii’. NI IDEA.” 
Aquí la caca kawaii.
 

10. Hwaiting

¡Hwaiting! es el título de un libro publicado en 2020 en Buenos Aires por la editorial Hwarang, que se dedica a difundir la cultura coreana en español. El subtítulo es “Palabras intraducibles de la lengua coreana”. En medio de una selección preciosa, se encuentra precisamente la palabra hwaiting. “(interj.) Del inglés fighting. Expresión que sirve para alentar a alguien a que dé lo mejor de sí mismo y se esfuerce un poco más. Siempre podemos ir un poco más allá”.