1. Estación

“El profesor Costa Picazo entra al aula y, en lugar de pasar lista como de costumbre, apoya su maletín en el escritorio, agarra una tiza, se pone a escribir en el pizarrón. A sus espaldas el murmullo sigue. Lo observo: tengo la impresión de que está haciendo algo sagrado. Por fin deja la tiza, se limpia el polvo de los dedos y nos mira. La clase queda en silencio. Al lado suyo, en el pizarrón, hay dos versiones de un poema breve: el original -en inglés- y su traducción al castellano. ‘In a Station of a Metro’, de Ezra Pound”. Así abre Laura Wittner Se vive y se traduce (Entropía, 2021).
“[Infoletras] Pesar por el fallecimiento del prof. Rolando Costa Picazo”, decía el asunto de un correo en mi bandeja de entrada el lunes pasado. El mismo día recibí la noticia de otra muerte, otra traducción.
“Todos estos años yendo a trabajar en el subte B repleto repetí mentalmente el poema de Pound copiado en tiza junto a la espalda de Costa Picazo”, dice Laura Wittner cerrando el libro. 
 
In a Station of the Metro

The apparition of these faces in the crowd:
Petals on a wet, black bough.

Ezra Pound

En una estación del metro

La aparición de estos rostros en la multitud:
pétalos sobre una rama húmeda, negra.

(Traducción de Rolando Costa Picazo.) “

 

2. Chunchurrunmáncharras

Palabra porque sí, palabra vana. Palabra ready-made.
Santiago Kalinowski la ofreció al mundo: “Les dejo esto acá, por si alguna vez están pelando nueces verdes y necesitan la palabra. Twitter es servicio“. Matías Fernández me la envolvió para regalo. 
“CHUNCHURRUNMÁNCHARRAS f. pl. pr. Vizc. Manchas que deja en las manos la cáscara de la nuez verde (Arriaga, c. Mugica, carta). ÉTIM. De chunchurrón, por el color de dichas manchas”, se lee en la imagen que tuiteó Kalinowski. 
Y listo, ya está la palabra abriendo su cola de pavo real. 
Pero igual googleo, porque en mis diccionarios no está. Encuentro un solo resultado, en Persée, una “biblioteca digital, científica y abierta” de la École Normale Supérieure de Lyon. La palabra “chunchurrunmáncharras” está en un artículo llamado “Un trou dans le Dictionnaire de l’Académie Espagnole” (“Un hueco en el Diccionario de la Academia Española”), publicado por Miguel de Toro y Gisbert en el Bulletin Hispanique, en 1922, hace cien años (¿será por eso que Kalinowski lo estaba leyendo?). El artículo está subido como imagen, así que en vez de citar voy a glosar: arranca diciendo “La pobreza del léxico académico español es proverbial” (esto sí es cita), y básicamente se dedica a defenestrar el diccionario de la Academia (la palabra “Real” la elide). Finalmente, a modo de botón de muestra de cuántas cosas se le pasan al diccionario, De Toro y Gisbert (autor de la versión española del Pequeño Larousse Ilustrado), regala “86 palabras que se pueden intercalar entre ‘chumbo’ y ‘chunga’ del Diccionario de la Academia Española”. Entre ellas, chunchurrunmáncharras, las manchas de la cáscara de la nuez verde.
 

3. Googlewhackblatt

¿Cómo se le dice a ese caso extraño de palabras que dan un solo resultado de Google? Me lo pregunto  (y lo pregunto) en cuanto encuentro ese resultado tan solito para “chunchurrunmáncharras”, algo tan único. Sé que hay un nombre para eso. Matías Fernández aporta:Google Whack. To type something on google.com and only get one result”. 
No me cierra. Otra googleada, otra definición. “Un Googlewhack es un concurso para encontrar una consulta de búsqueda de Google que arroje un solo resultado. Un Googlewhack debe constar de dos palabras encontradas en un diccionario y solo se considera legítimo si ambos términos de búsqueda aparecen en el resultado. El término googlewhack, acuñado por Gary Stock, apareció por primera vez en la web en Blinking el 8 de enero de 2002”, dice la Wiki. Eso era: encontrar la combinación exacta de dos palabras que solo se hayan registrado juntas una vez. Un juego, con reglas. “Los googlewhacks publicados duran poco, ya que cuando se publican en un sitio web, la nueva cantidad de visitas será al menos dos: una para la visita original encontrada y otra para el sitio de publicación.”
Pero un momento: “New Scientist ha discutido la idea de un Googlewhackblatt, que es similar a un Googlewhack excepto que implica encontrar una sola palabra que produzca sólo un resultado de Google.” ¡Eso! “Existen listas de este tipo, pero, al igual que ocurre con los Googlewhacks, el resultado es la destrucción del estatus de Googlewhackblatt de la palabra, a menos que esté bloqueada por robots.txt o que la palabra no produzca ningún resultado de Google antes de ser añadida a la lista, formando así la paradoja de Googlewhackblatt. Las palabras que no producen ningún resultado de búsqueda en Google se conocen como Antegooglewhackblatts antes de ser incluidas en la lista y, posteriormente, se elevan al estatus de Googlewhackblatt si no están bloqueadas por robots.txt.”
 

4. Hápax

“Yo iba a decir ‘hápax’”, venía diciendo mientras tanto Santiago Kalinowski en respuesta a mi pregunta. Hápax es la versión académica, lexicográfica, del Googlewhackblatt: “Un hápax o hápax legómenon es una palabra que ha aparecido registrada solamente una vez en un corpus, ya sea un idioma dado, un autor u obra específica”, dice la Wiki. “Hápax legómenon o Hápax Eiremeron es una transliteración del griego άπάξ λεγόμενον [(άπάξ (adv. m.) “una sola vez” y τό λεγόμενον, part. pres. pasivo de λέγειν “decir”).: “lo que se dice”, “lo dicho”]. (…) La primera mención conocida de esta expresión se encuentra en un texto en inglés de 1654.” Como ejemplos, se dice que “golem” aparece en la Biblia una sola vez. 
A juzgar por la referencia única de De Toro y Gisbert, “chunchurrunmáncharras” bien podría entrar en esta categoría.
 

5. Rusofobia

Va todo tan rápido. En las últimas dos semanas, mientras un convoy (N75P04) ruso se apostaba en las afueras de Kiev, caían las bombas en la maternidad de Mariupol, un millón y medio de ucranianes escapaba a Polonia, se incendiaban las centrales nucleares y se disparaba el precio de los alimentos y el combustible, se fue cavando la zanja cultural, social y económica entre Rusia y lo que llaman, para simplificar, Occidente. Rusia sacó una nueva ley sobre “noticias falsas” que expulsó a los medios extranjeros. En la Unión Europea se prohibió la transmisión de medios estatales rusos, como Russia Today; YouTube ya no lo muestra en Argentina. Rusia bloqueó el acceso a Twitter y Facebook. El jueves, Reuters publicó un artículo donde cita documentos internos de Meta (la compañía madre de Facebook, Instagram y Whatsapp) que dicen: “Como resultado de la invasión rusa de Ucrania, hemos permitido temporalmente formas de expresión política que normalmente violarían nuestras normas, como los discursos violentos como ‘muerte a los invasores rusos’. Seguimos sin permitir llamamientos creíbles a la violencia contra los civiles rusos”. En represalia, Putin llamó a Meta ‘organización terrorista’ y cerró Instagram, la tercera red social más popular del país, usada por miles como canal de ventas.
En paralelo empezaron los gestos simbólicos. Deportistas y artistas de Rusia vieron evaporarse sus contratos. Una clínica en Munich dejó de atender pacientes de Rusia. Se cancela a Dostoievski en la Universidad de Milán. La Filarmónica de Cardiff saca de programa a Chaikovski
“Hemos tomado nota de un nivel de rusofobia sin precedentes en varios países extranjeros en el contexto de la operación militar especial en Ucrania. Tengan la seguridad de que estamos tomando nota de todos estos incidentes”, tuiteó en tono amenazante el ministerio de relaciones exteriores de Rusia
Desde el frente ucraniano (y varios más), la respuesta es que defenderse de una invasión no es una fobia.
“Saluden a la globalización que se va”, tuiteaba Gerardo Aboy Carlés hace unas horas. Lo mismo dice la tapa de marzo de The Economist: “Goodbye globalisation”. Como subtítulo lleva “La peligrosa atracción de la autosuficiencia”. Nueces verdes, sin cascanueces.
 

6. Escuchar

“No conversan, cada uno espera su turno para escucharse hablar. Cada vez más eso. En las reuniones de gente, en los libros”, tuiteó Santiago Craig el jueves.
Algo así decía Juan Di Loreto ayer, en revista Panamá. “Somos una percepción estallada, agotada pero hiperactivada. Todo eso hace que sea difícil escuchar. Porque escuchar no existe más. La escucha necesita un foco, una atención que no podemos ejercer. No es que la gente no escucha, sino que la sociedad dejó de construir socialmente ese lugar, ese oído. Ahora lo que se fabrican son enlaces de sentido, simultaneidades, multiplicidades, un picadito de significantes. Escuchar es enlazar: ver, capturar, hablar, es todo eso pero junto. Escuchar ya no es un acto único, es un acto que acontece para desplazarse, para acompañar o ser acompañado por otro acto. ¿Cuántos estamos en un bar con un amigo y con el teléfono al mismo tiempo por ejemplo? No es algo del orden del comportamiento, sino del modo de ser que se expresa en cómo actuamos. Es como decían Deleuze y Guattari: ‘Como cada uno de nosotros era varios, en total ya éramos muchos’. Si antes nos creíamos músicas que íbamos en otros, como decía Osvaldo Soriano, ahora somos mil notas dispersas que se confunden y se pierden en el aire, como cualquier otra cosa.”
 

7. Rilei

Tuiteó Alejandro Kaufman el domingo: “En el empeño del dúo Rilei de ayer por exhibir lo fascinante de uno y lo empático genuflexo del otro se resume en el lodazal en que nos estamos estancando”. Y un rato después: “Rilei es la alianza entre el fascismo y el espectáculo chimenteril. Primero sucedió en la dictadura, depués en el nenenismo y ahora viene de nuevo”. 
Lo descifré gracias a un tuit unos días anterior, de Martín Peiretti: “El primer invitado a Sobredosis de TV, que va a conducir Jorge Rial, será el libertario Javier Milei”. Linda palabra-valija (N68P08), al mejor estilo Brangelina.
 

8. Endurance

Una expedición llamada Endurance 22, que había salido de Ciudad del Cabo el 5 de febrero, logró encontrar el Endurance, el barco de Ernest Shackleton, atrapado por los hielos antárticos y hundido en el mar de Weddell en 1915.
Shackleton es el máximo héroe de las narrativas antárticas. Su historia es la épica definitiva: tras el naufragio, 27 hombres sobrevivieron en los hielos durante diez meses. Buscaban cruzar la Antártida a pie, pero el temprano accidente arruinó el plan. Primero derivaron con el hielo hasta que pudieron llegar a la Isla Elefante, y desde allí Shackleton y cinco hombres subieron a un bote de menos de siete metros y navegaron durante catorce días hasta la isla San Pedro, en la Georgias del Sur: más de 1300 kilómetros. Ahí cruzaron la cordillera de la isla hasta llegar a Grytviken, una base ballenera, donde encontraron ayuda. Cuando finalmente volvían a acercarse a la costa de la Isla Elefante, Shackleton preguntó a gritos si los náufragos estaban bien.  “All well, all safe, boss”, le respondieron.
Hoy esto es el folclore de las expediciones antárticas, gracias en gran medida a Frank Hurley, el fotógrafo del equipo, que conservó las 150 fotos que alimentan la leyenda. Me lo contaron hace quince años en un barco camino a Grytviken, donde tuve el privilegio de visitar la tumba del mismo Shackleton y comprar una postal fantasmagórica. Pero del barco no se sabía nada.
Ahora, The Falklands Maritime Heritage Trust lo buscó en un área de 390 kilómetros cuadrados, y lo encontraron. Está en el fondo del mar de Weddell, a 3002 metros de profundidad y a unos seis kilómetros de la última ubicación registrada por Shackleton. Aquí la historia del rescate; aquí, fotos submarinas. Como yace en uno de los mares más fríos del mundo, el barco se conservó casi intacto.
Endurance significa “Resistencia”.
 

9. Árbol

Con la asunción de Gabriel Boric como presidente de Chile, las redes se inundaron de emojis de árbol. Recién ahora los veo, y veo también los pines de árbol que usa el flamante gabinete. Pensé que venían a representar la defensa del ambiente, pero no: es “el árbol de Boric”, un ciprés magallánico que se convirtió en símbolo de su campaña.
Todo arrancó con este spot, el primero, con el que Boric le ganó la primaria a Daniel Jadue hace un siglo y medio, en julio de 2021. Está filmado en Punta Arenas, su ciudad natal, en el extremo sur, y hace hincapié en la idea de la descentralización. “No hay que concentrar, hay que redistribuir”, decía Boric entonces. “Tenemos que descentralizar Chile: la riqueza, las artes, el acceso a la salud de calidad”. Y después se muestra a Boric subiendo a un ciprés. “Este es mi árbol favorito de Punta Arenas”, dice, en off. “Desde arriba se puede ver toda la ciudad y el estrecho de Magallanes”. Se encarama en la punta del árbol, despliega los brazos en un abrazo al mundo. “Me hace recordar lo que fuimos y pensar en lo que queremos ser”, cierra, abre.
“No teníamos ninguna noción de que el árbol podía convertirse en un símbolo. A veces, estos se instalan conscientemente, pero este, no. De hecho, en el penúltimo guion, no estaba lo del árbol”, contó el director del spot, Moisés Sepúlveda. “Estábamos en el solsticio de invierno, que ofrece la mejor luz del mundo para grabar, pero estaba todo nublado. Pero cuando sale Gabriel arriba, aparece el sol y justo le dan unos rayos dorados en su cabeza. Nosotros estábamos abajo y cuando lo vimos supimos que la imagen era increíble”.
Fue un meme instantáneo. “Me han preguntado harto si de verdad me subí al árbol”, tuiteaba Boric el 1 de julio de 2021. “Y sipo! ¿Quién de niño no se subía a árboles a pensar en otros mundos?”. 
Me gusta esta versión que llaman “momento Ghibli”: Boric como un niño entusiasmado, brazos abiertos a la inmensidad. Una dosis de ingenuidad intrépida a modo de antídoto contra el cinismo.

 

10. Libre

Gabriel Boric Font cierra su discurso de asunción desde el balcón del Palacio de La Moneda.
“Sé que en cuatro años más el pueblo de Chile nos juzgará por nuestras obras y no por nuestras palabras. Y que como decía un viejo poeta, el adjetivo, cuando no da vida, mata. Hoy era necesario hablar; mañana, todos juntos a trabajar.
Como pronosticara hace casi cincuenta años Salvador Allende, estamos de nuevo, compatriotas, abriendo las grandes alamedas por donde pase el hombre libre -¡el hombre y la mujer libre!- para construir una sociedad mejor.”