1. Misión

El martes llegó a Argentina una nueva misión del Fondo Monetario Internacional. ¿Por qué las visitas de representantes de un organismo económico multilateral a gobiernos soberanos, con fines de negociación o fiscalización, se llaman “misiones”? Pensé que era una cosa nuestra, argentina, en el borde con la socarronería. Pero no. El propio FMI usa la palabrita: “Una Declaración Final describe las conclusiones preliminares del personal del FMI al final de una visita oficial del staff (o ‘misión’)”. Cómo no pensar en Jeremy Irons cargando la cruz en, justamente, Misiones. 
Juro que traté de cortar las asociaciones libres, pero fracasé. Acá hay un abstract de un paper publicado en la revista Current Anthropology en 2001 que dice que el nombre de “posición del misionero” lo consagró el sexólogo Alfred Kinsey en su famoso informe de 1948, y que proviene de una mala lectura de un texto de Malinowsky. En este blog lo explican en español: citan a Kinsey, que sostiene que los tobrianders del Pacífico sudoccidental hacían “caricaturas de la posición inglesa-americana” y la llamaban “la posición del misionero”. Una burla. El paper se llama Missionary Positions: Christian, Modernist, Postmodernist, y su autor es -atención- Robert J. Priest. 
Bueno, para el caso, más obsceno es hablar de la “misión empresarial” y nadie se queja. 

 

2. Sexnología

Qué necesidad de pensar en posiciones del siglo XX si vivimos en la era digital (nunca no pienso que digital viene de dedo). En estos tiempos aislados se multiplican las opciones de tecnología para el sexo; asegura Julieta Schulkin en esta nota del domingo que el rubro se llama “sexnología”. Medio que chirria la palabra en español… ¿tecnovibradores? ¿Electrojuguetes sexuales? Imagino una categoría en el hipermercado (o en Amazon); no son “electro”, sino “smart”. Me gusta más teledildonics, mencionada en la misma nota para el rubro de electrónica de dildos (vibradores) manejables a distancia.
Sexo + internet de las cosas. Internet de los vibradores, que en vez de llevarte a las nubes te deja (para siempre) en la nube. ¿Qué podría salir mal?
La nota alerta: “Advierten que aumentarán los ciberataques a los juguetes sexuales inteligentes en 2021”. Otra que armas químicas. Schulkin cita una encuesta que afirma que los sex shops online triplicaron sus ventas desde el inicio de la cuarentena. Otra fuente asegura que en Argentina la venta creció un 50% desde 2019, y considera que los consejos oficiales sobre sexo virtual tuvieron algo que ver. Denise Giusto Bilic, especialista en ciberseguridad, dice que “no existen soluciones de seguridad” para estos dispositivos, y que no se conoce la cantidad de “incidentes” porque la gente no los denuncia. Entre las consecuencias posibles están “la fuga de información y la toma de control sin consentimiento del equipo”.
Esto pasa, por ejemplo, con Qiui Cellmate, un “dispositivo de castidad para hombres” con una falla de seguridad que permite a hackers bloquear el elemento (con todo su contenido humano dentro) para siempre. Según esta nota de El Español, si esto sucede “la única manera de desbloquearlo sería cortar ese anillo con una sierra mecánica”. Ante esta alarma, la empresa  fabricante -china- tuvo que salir a aclarar que en caso de emergencia, el inteligentísimo anillo de castidad podría desarmarse con un destornillador.

 

3. Maricas

“Todo ahora es pandemia. Lamento los muertos, los lamento. Todos vamos a morir un día, aquí todo el mundo va a morir un día. No sirve de nada huir de eso, de la realidad. Tienen que dejar de ser un país de maricas”, dijo el martes en el palacio de Planalto Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, punk. 
Según el Centro de Estudos de Segurança e Cidadania (CESeC), 82 candidates y militantes murieron por violencia política en Brasil en 2020. 

 

4. Feminacionalismo

Parece que el feminismo de extrema derecha no solo existe sino que está creciendo. Implica “la utilización maniquea del feminismo” para sustentar la xenofobia, señala en el podcast “¿Extrema derecha feminista?” Franco Delle Donne (nombre real). Yanina Welp, coordinadora editorial de Agenda Pública – El País, apunta que en los partidos de extrema derecha hay cada vez más mujeres jóvenes. 
En 2017, Sara Farris publicó In the Name of Women’s Rights: The Rise of Femonationalism (En nombre de los derechos de las mujeres: el alza del femonacionalismo). Femi o femo, según quién traduzca. Argumenta que las campañas racistas de Europa occidental usan al feminismo para justificarse, por ejemplo caracterizando a los hombres musulmanes como peligrosos. 
En el artículo “La feminización del populismo de ultraderecha en Europa”, la politóloga Lina Camacho enumera a la candidata a la presidencia de Francia Marine Le Pen, la ex primera ministra de Polonia Beata Szydło, la presidenta del parlamento danés Pia Kjaersgaard y las alemanas Freuke Petry y Tatjana Festerling, y analiza el ascenso de Giorgia Meloni en la misógina política italiana. Meloni “atrapa el voto de las mujeres excluidas de la fuerza laboral por ser madres” y “alude a sus cualidades maternales para proteger a Italia de los enemigos externos”. Rechaza la “ideología de género”, los derechos a migrantes y las cuotas de género, desde un discurso maternalista. Se posiciona como “supermadre”, un concepto que Franceschet, Piscopo y Thomas (2016) toman de Supermadre: la mujer dentro de la política en América latina, de Elsa Chaney (1971). Su “condición religiosa, de esposa y madre” es central en su identidad política; así capta a quienes buscan cumplir el rol maternal y también proveer a su familia. Meloni “teje un escenario de confrontación entre el pueblo, hombres y mujeres con valores tradicionales de la familia, la sexualidad y la nación; y los enemigos del pueblo, los movimientos de libertad e igualdad de género”. Mamita.

 

5. Tijanóvskaya

O Tsijanóuskaya. O Tsihanouskaya, como ella lo escribe. O simplemente Svetlana (o Sviatlana). Svetlana Gueórguievna Tijanóvskaya está en la parrilla de diezpalabras desde el número cero; es que desde agosto sale en las noticias todas las semanas. Esta profesora de inglés con cara de actriz -38 años, dos hijes- fue candidata a presidenta y se autodenomina “líder de la Bielorrusia democrática”
Bielorrusia es el único país del mundo en el que todavía existe la KGB. Desde 1994 el presidente es Aleksandr Lukashenko; este año buscó su sexta reelección. En una manifestación contra el gobierno, la policía encarceló a quince activistas, entre ellos a Serguéi Tijanovski, quien había anunciado por su canal de YouTube que se postularía a presidente. Su esposa dio un paso al frente y asumió la candidatura. 
Svetlana tuvo que armar un partido y ganar las elecciones. Hubo colas de miles para firmar en su apoyo; la oposición se encolumnó detrás de ella. Lukashenko dijo que la sociedad bielorrusa no estaba lo “suficientemente madura para votar por una mujer” y que se necesitaba un “poder fuerte”. También acusó a Rusia, Polonia y Estados Unidos de interferir. 
El 9 de agosto se votó; los resultados oficiales dicen que Lukashenko ganó con el 84,17 por ciento. Millones salieron a las calles a protestar, y siguen ahí. Van 98 días y 25.800 personas presas, según un informe del gobierno que se filtró a la prensa. Muchas desaparecieron de un día para el otro. 
Tijanóvskaya se declaró ganadora y apoyó una protesta a largo plazo. Dos días después, desapareció; reapareció diez horas más tarde en Lituania, adonde la había escoltado la KGB. El Parlamento Europeo reconoce al Consejo de Coordinación de Tijanóvskaya como “representación provisional del pueblo de Bielorrusia”. Lukashenko sigue encarcelando a sus miembros. Hoy, como todos los sábados, hay decenas de miles protestando en las calles de Minsk; llevan velas, en recuerdo de Raman Bandarenka, asesinado a golpes por la policía el jueves.

 

6. Encapsulamiento

Esta llega desde México, vía Alex K. y Tumbolian. Citaban un tuit de Reporte Índigo: “Aunque es una práctica que va en contra de los Derechos Humanos, y Amnistía Internacional lo condenó, policías encapsulan a mujeres que se manifiestan en la Glorieta de la Cibeles”. En el video, decenas de policías con escudos antimotines rodean por completo a un grupo de manifestantes. “El encapsulamiento es una táctica que se usa para restringir el paso de personas que participen en una protesta o manifestación. Y sí, básicamente son policías rodeando grupos de personas impidiendo que salgan, entren o se desplacen más allá del cerco que hayan establecido”, me dijo Alex. 
Según la Wiki, se popularizó durante las manifestaciones contra el G20 en Londres, en 2009. Peter Waddington, policía, sociólogo, “experto en control de multitudes” y uno de sus ideólogos, refiere que se usa en el Reino Unido desde 1990.
En inglés la metáfora es más elaborada: se llama kettling, de kettle, pava o caldera. “Su uso moderno puede provenir de ‘kessel’ que describe un ejército rodeado a punto de ser aniquilado por una fuerza superior. Se espera que un caldero ‘hierva’ con la actividad de combate, las grandes fuerzas enemigas todavía son capaces de ofrecer una resistencia ‘caliente’ en las etapas iniciales del cerco y por lo tanto deben ser contenidas, pero no enfrentadas directamente”. Anular sin contacto. Esto dura horas, para cansar a quienes se manifiestan. “La contención logra restaurar el orden utilizando el aburrimiento como su principal arma”, pondera Waddington. Para otres es represión.
Parece que en México está de moda, sobre todo para manifestaciones feministas, cada vez más frecuentes ya que llevan 704 mujeres asesinadas en el año. Ayer hubo una gran concentración en Cancún para exigir justicia por Alexis, otra víctima. Y en pleno encapsulamiento, una mujer le propuso casamiento a su pareja; lo mostró la fotógrafa Andrea Murcia, con las palabras “Ternura radical”. O resistencia caliente.

 

7. Cannabicultores

El jueves Argentina amaneció con el autocultivo de marihuana para uso medicinal legalizado. El decreto 883/2020 autoriza al INTA, al CONICET y a universidades a cultivar cannabis para investigación, y a pacientes con indicación médica a comprar derivados elaborados en farmacias o laboratorios. Quien no tenga cobertura médica tiene “derecho a acceder en forma gratuita”. Derecho al cannabis. 
El miércoles 4, la ANMAT había autorizado al laboratorio Alef Argentina a producir el primer producto con cannabidiol del país, para tratar la epilepsia refractaria.
La parte más celebrada del decreto es el Artículo 8, sobre el “Registro del Programa de Cannabis” (REPROCANN): registro de “pacientes que acceden a través del cultivo controlado a la planta de Cannabis y sus derivados”, para “obtener la autorización de cultivo para sí, a través de un o una familiar, una tercera persona o una organización civil autorizada”. Esto descriminaliza a miles de cannabicultores que se arriesgaban a hasta quince años de prisión, y abre la puerta a los clubes de cultivo, siguiendo el modelo uruguayo. También regula un mercado informal donde nadie sabía qué compraba ni a qué precio. 
Además, es un guiño a la industria cannábica, que –se pronostica– moverá 90.830 millones de dólares en 2027 y tiene el aval de Kamala Harris (N07P09). Y es un paso hacia la despenalización del “uso adulto” o “recreativo” de la marihuana. En 2019, Sebastián Basalo, editor de la revista THC, contaba 25 mil personas procesadas por tenencia, aunque el fallo Arriola diga que esto es inconstitucional. El mismo número pasó por la Expo Cannabis; ya son 200 los locales para cannabicultores en Argentina. Según este estudio oficial, al menos un millón y medio de personas consumieron marihuana en Argentina en 2017. Podés sumarte a una nueva encuesta nacional organizada por la Universidad de Quilmes y THC.
“Estamos hablando de una planta”, decía en su editorial Alejandro Bercovich. “El mercado ya está regulado, pero ilegalmente”.

 

8. McPlant

Esto no es una planta. No exactamente. El lunes, McDonald’s anunció su primera hamburguesa sintética, producida en base a moléculas vegetales: McPlant. Es el mismo principio de la NotMilk de la semana pasada (N11P08). Lo dicen así: “McPlant, una deliciosa hamburguesa basada en vegetales (plant-based) creada artesanalmente para McDonald’s, por McDonald’s, y con el tipo de de sabor apetecible de McDonald’s que nuestra clientela ama”. Sin dar detalles técnicos, afirman: “Hay otras hamburguesas basadas en vegetales, pero el McPlant logra nuestro sabor icónico en sándwiches de “hincar los dientes y limpiarse la boca”. Dicen que los mercados “pueden adoptar McPlant cuando estén listos”, y que esperan que algunos lo hagan el año que viene. 
Esta movida dinamizará aún más la industria de las carnes sintéticas (o falsas: aquí dicen “fake meats). Las acciones de una de las compañías líderes, Beyond Meat, cayeron después del anuncio de McDonald’s, ya que la cadena de comidas rápidas desarrolló un producto propio en lugar de avanzar comprándole. Burger King, que primereó en la venta de hamburguesas sintéticas en fast food, le compra al otro gran jugador de ese mercado, Impossible Foods.
Por cierto, el Parlamento europeo discutió en octubre si permitiría llamar a estos productos “hamburguesas”, u obligaría a venderlos como “discos vegetales”. Finalmente, se autorizó a hablar de hamburguesas y salchichas veganas. Pero en cambio, se aprobó la enmienda 171, que ratifica la prohibición de usar nombres como “leche vegetal” o “queso vegetal” para sucedáneos de los lácteos. Con el queso no, dice Europa.

 

9. OCNI

El McPlant entra en la definición de OCNI acuñada por el antropólogo Claude Fischler en 1988. Se la escuché a Rodrigo Castro Volpe durante su clase en la UNRAF; la había oído de Soledad Barruti, autora de Malcomidos. Fischler dice que el “objeto alimenticio moderno” se parece al monolito de 2001 – Odisea del Espacio. “Procede de otro mundo, no sabe­mos de dónde. Su producción, elaboración y precocinado ha tenido lugar fuera de nuestra vista, en factorías desconocidas, según técnicas que escapan a nuestra imaginación. Su forma, textura y apariencia lo alejan definitivamente de la naturaleza. Se nos presenta bajo una piel de plástico, una membrana que lo protege del tiem­po, del aire y del propio consumidor. (…) Lo único que desprende es sentido. (…) Termina cayendo en un no man’s land entre humano y divino, entre naturaleza y cultu­ra, entre trivial y mítico: el espacio de los Obje­tos Comestibles No Identificados”.
“Quiero que se discuta la definición oficial de qué es alimento”, se plantaba desde la tapa de la revista Brando la chef Narda Lepes en septiembre de 2019. Se indignaba con la ANMAT. “¡En su legislación, ellos dicen que ‘alimento es todo lo que incluye lo que tenga o no tenga valor nutritivo’!” Hoy se discute en Argentina la Ley de Etiquetado Frontal (ver N10P08), que busca informar el exceso de grasas, sodio, calorías o azúcares en los envases, con octógonos negros. Arde el lobby de la industria de los OCNIs.
“El envasado (…) instala [al alimento] en un espacio fuera del espacio, en un tiempo sin tiempo”, dice Fischler. “Su puesta en es­cena consiste en reducirlo a su apariencia, en despojarlo de todo cuanto nos servía para cono­cerlo y reconocerlo. Imposible ya de identificar, el alimento se hace sig­no: etiquetas informativas, marcas, precintos, descripciones, logotipos, formas y colores (…) se identificará por estos signos, no por su olor, tex­tura o consistencia. Desencarnado, el alimento-sig­no no nos dará más que promesas que roer”.

 

10. Plasma

Signos y promesas. ¿No es curioso que hasta febrero “plasma” nos hiciera pensar en televisores grandes? Ahora se ha puesto tan biológico todo; plasma es, otra vez, un fluido que nos corre por las venas. Sale de la imaginación el rabino Sergio Bergman con grandes cajas en un aeropuerto, entra la “fracción acelular de la sangre” que hoy es esperanza de tratamiento contra el coronavirus. “El uso de plasma transforma el COVID-19 en un mal catarro”, aseguró el jueves el infectólogo Fernando Polack al presentar los resultados preliminares del estudio de la Fundación Infant sobre plasma de pacientes que se recuperaron. Aseguran que dar plasma a mayores de 65 años con síntomas leves de COVID mostró una eficacia del 61 por ciento en controlar (¿encapsular?) la enfermedad antes de que empeore; más todavía si se administra en las primeras 72 horas de síntomas. “El plasma es sólo un vehículo que lleva anticuerpos. Restringiendo los donantes a los de mayores concentraciones de anticuerpos, es posible mejorar el rendimiento aún más”, explicó Polack. Y se entusiasmó: “Este estudio describe la primera estrategia en el mundo para detener la progresión del SARS- COV2 con una intervención económica, universal, no sujeta a patentes, probadamente segura y que puede administrarse en forma ambulatoria en unidades de atención sin necesidad de hospitalización”. 
La verdad que yo también me entusiasmé. Como para no. ¿Es un pecado entusiasmarse