4. Feminacionalismo

Parece que el feminismo de extrema derecha no solo existe sino que está creciendo. Implica “la utilización maniquea del feminismo” para sustentar la xenofobia, señala en el podcast “¿Extrema derecha feminista?” Franco Delle Donne (nombre real). Yanina Welp, coordinadora editorial de Agenda Pública – El País, apunta que en los partidos de extrema derecha hay cada vez más mujeres jóvenes. 
En 2017, Sara Farris publicó In the Name of Women’s Rights: The Rise of Femonationalism (En nombre de los derechos de las mujeres: el alza del femonacionalismo). Femi o femo, según quién traduzca. Argumenta que las campañas racistas de Europa occidental usan al feminismo para justificarse, por ejemplo caracterizando a los hombres musulmanes como peligrosos. 
En el artículo “La feminización del populismo de ultraderecha en Europa”, la politóloga Lina Camacho enumera a la candidata a la presidencia de Francia Marine Le Pen, la ex primera ministra de Polonia Beata Szydło, la presidenta del parlamento danés Pia Kjaersgaard y las alemanas Freuke Petry y Tatjana Festerling, y analiza el ascenso de Giorgia Meloni en la misógina política italiana. Meloni “atrapa el voto de las mujeres excluidas de la fuerza laboral por ser madres” y “alude a sus cualidades maternales para proteger a Italia de los enemigos externos”. Rechaza la “ideología de género”, los derechos a migrantes y las cuotas de género, desde un discurso maternalista. Se posiciona como “supermadre”, un concepto que Franceschet, Piscopo y Thomas (2016) toman de Supermadre: la mujer dentro de la política en América latina, de Elsa Chaney (1971). Su “condición religiosa, de esposa y madre” es central en su identidad política; así capta a quienes buscan cumplir el rol maternal y también proveer a su familia. Meloni “teje un escenario de confrontación entre el pueblo, hombres y mujeres con valores tradicionales de la familia, la sexualidad y la nación; y los enemigos del pueblo, los movimientos de libertad e igualdad de género”. Mamita.