1. Agnotología

Esta me la regaló Julieta Krapovickas, que la pescó en este artículo de Hugo de los Campos, en La Diaria. “Agnotología significa estudio de la ignorancia o de la duda inducida. El término fue acuñado por Ian Boal en 1992. (…)
El origen de la disciplina se vincula a la industria tabacalera. Concretamente, a la estrategia que aquella llevó adelante para contrarrestar la evidencia que a mediados del siglo pasado comenzó a producirse respecto de los efectos cancerígenos del alquitrán. Reunidos en su momento los principales productores de cigarrillos, acordaron destinar cantidades gigantescas de dinero a financiar investigación científica sobre el cáncer de pulmón sometiendo a prueba las más variadas hipótesis distintas de la que sostiene que la causa es el alquitrán. (…) El caso se cerró de modo contundente cuando un funcionario anónimo de una tabacalera entregó a la Justicia estadounidense copia de conversaciones privadas de directivos de la industria, donde manifestaban abiertamente que se trataba de una estrategia para generar dudas, no limitando la investigación sino desviándola hacia hipótesis de cualquier tipo. (…)
Aunque esta estrategia fue desbaratada, se replicó en otros campos. La investigación sobre cosas distintas de los agrotóxicos como causa de la muerte de especies autóctonas, cosas distintas que el bisfefenol A como causa de desequilibrios hormonales, incluso cosas distintas que las emisiones de CO2 como causa del calentamiento global, fue desarrollada a gran escala. En todos los casos se siguió el mismo patrón que en el episodio conocido como Gran Tabaco. (…) Como un estudio que demostró que los nacidos en marzo tenían más chances de desarrollar cáncer de pulmón.” Aquí un ejemplo pandémico.
El término, desarrollado también por el especialista en historia de la ciencia Robert Proctor, designa tanto a la “produccción cultural de la ignorancia” como a su estudio.
Un memorándum interno de la tabacalera Brown & Williamson de 1969 decía: “La duda es nuestro producto”.
 

2. Eco-horror

“Ni la ciencia ficción ni el cli-fi ni el new weird nos prepararon para esto”, decía aquí mismo hace dos semanas, con “Irreversible” (N49P01). La idea era: la escala del miedo que nos trae la emergencia climática (N45P06) no fue procesada todavía por la ficción. No tenemos un género adecuado, un género de terror climático. Pero bueno, fue pedirlo y encontrarlo. Apenas diez días después, me crucé con  este tuit de Greenpeace Europa. “¿Te gusta el horror? Bueno, * nada * es más aterrador que los desastres en espiral desatados por la destrucción de la naturaleza por parte de la sociedad. Si estás en Bruselas, echa un vistazo al @Offscreenff   de este año. Festival de eco-horror y ficción climática – 8-23 de septiembre”. Me quedé regulando, pensando en cómo se puede promocionar un festival apelando al terror real, no de juguete (cuando a su vez el objetivo del festival es generar conciencia sobre ese terror y llamar a la acción). 
“A pesar de las excepciones históricas -como las películas de Godzilla en Japón-, el cine de terror ecológico no empezó a calar hasta la década de 1970”, dice en la web del festival. “Con el auge del activismo medioambiental, un número creciente de películas adoptó el tema de la venganza de la naturaleza contra el abuso del hombre sobre el ecosistema. (…) Tras el primer gran boom del cine de eco-horror de los años setenta, no fue hasta el cambio de siglo cuando el género volvió a la carga con éxitos de taquilla como El día después de mañana (2004) y otras extravagancias de efectos especiales. El género ha evolucionado para reflejar nuestra propia culpa y miedo por el daño que hemos infligido a la naturaleza, y las consecuencias que ya estamos sufriendo. Incluso la venganza del reino animal parece apagada al lado de la aterradora constatación de que el hombre es el animal más mortífero de todos”.
El programa abre con Los pájaros, de Hitchcock.
 

3. Ida

A esta hora del conticinio (N50P09), el huracán Ida ya alcanzó la categoría 4, la segunda más peligrosa en la escala de huracanes de Saffir-Simpson (Katrina era categoría 5). Está por impactar las costas de Louisiana, en el Sur de Estados Unidos, con vientos máximos sostenidos de 215 kilómetros por hora. Se esperan daños materiales. Hace unas horas, decía Joe Biden:  “Hoy fui informado sobre nuestros preparativos para el huracán Ida. Hemos desplegado personal de respuesta a emergencias y hemos preparado alimentos, agua, generadores y suministros para asegurarnos de que estamos listos para responder. Si te encuentras en el camino de Ida, presta atención y prepárate.” No puedo más que imaginarme a toda la población latina e hispanoparlante pensando en que están en un camino de ida.

 

4. Chipagedón

La palabra microchips, o superconductores, estaba pidiendo pista hace rato: la encuentro ya en los borradores del número 31, del 3 de abril. Bloomberg titulaba entonces: “Cómo la escasez de chips ha afectado a todo, desde los teléfonos hasta los coches”. Vuelve en los borradores del número 44, del 11 de julio, y también de la semana pasada. El tema ya lleva casi un año de arrastre e insistencia. El viernes 20 Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos, dijo que la crisis de escasez la cadena de producción de microchips es “muy real”. Lo dijo mientras viajaba a Asia, la zona de donde proviene la mayor parte de los chips del mundo. Es una industria muy concentrada: el 80 por ciento de la producción viene de Taiwán, y no este país no está pudiendo cubrir el aumento de la demanda. Al parecer, se combinó un aumento en la demanda con los efectos de una sequía o el llamado “efecto papel higiénico”: muchas empresas compraron de más para abastecerse de microchips de cara a un hipotético escenario de escasez, que por supuesto provocaron con ese mismo gesto. 
Es lo que desde hace un tiempo la prensa económica llama “chipagedón”: un apocalipsis de los chips (que no de los chipás). Todo lo que tenga componentes electrónicos, de celulares a autos, lleva microchips: en un muchos casos, Y ya desde enero, la industria está enfrentando retrasos y suspensiones por culpa de la escasez de chips. El 19 de agosto, Toyota comunicó que en septiembre reducirá su meta de producción en un 40 por ciento. Esta crisis viene a cuestionar al modelo de producción globalizada, y pone en primer plano los riesgos de importar de bienes estratégicos. Hace un tiempo, Biden anunció una inversión de 50 mil milllones de dólares para construir capacidades de cara a esta industria y disputar el liderazgo con China. 
Les especialistas reportan un “desajuste insalvable entre oferta y demanda”, que puede prolongar la falta de stock hasta 2023. ¿Y cuáles son los efectos? Demoras: ralentizar un poco la rueda del consumo. 
 

5. Criptorizate

Hay cosas tan grandes que no se ven venir, porque no hay cómo, no hay con qué. Hiperobjetos, diría Morton. Como la crisis climática, la producción de ignorancia o las criptomonedas.
Buenos Aires lleva meses inundada de avisos que promocionan la compra de criptomonedas como “simple”. Afiches pegados en la calle o ploteos en los colectivos, no en páginas de revistas especializadas. Avisos para el 99 por ciento, por no decir para la gilada. 
Binance, Bitson, Buenbit, Skrill, Belo, Quantia… se llenó de vendedores de salvaciones. Un aviso de la plataforma de criptomonedas Binance en Twitter dice simplemente “Criptorizate”. (La palabra, con esa r inventada, suena con problemas; es lo que pasa cuando tratás de verbalizar un prefijo, pero no es el punto). Criptorizate, como si fuera una cuestión de actitud. Otros avisos insisten en lo fácil que es entrar al mundo de las criptomonedas, e incluso lo muestran como un puente al dólar: ponés pesos, comprás criptodólares (N24P06). Uno más agresivo, de Binance, prometía regalar diez dólares a las primeras 5000 personas que compraran 50 en criptomonedas. Otro mostraba un montón de pesos, como símbolo de emisión monetaria, y tiraba “es hora de pasar al plan ₿”.
No hace falta ser economista para entender que en un país donde la plata se devalúa cada vez más rápido, cualquier agujero es trinchera. Hace poco vi una conversación llena de consejos de “comprá cripto” ante la pregunta de cómo cobrar un trabajo del exterior. Decía Juan Ruocco: “cobrás la guita afuera (paypal, payoneer, llc, whatever) la metes vía cripto, la liquidas a pesos precio blue o a dólares en una cueva. dos googleadas. tres máximo”.
Joe Biden ya le está ajustando las tuercas a las cripto. Hasta Alberto Fernández las mencionó. Mientras tanto, se inunda de mensaje como este: “Es muy fácil hacer dinero en #Crypto: – Haz tu propia investigación – Invierte con convicción – Obtén ganancias en el camino – Usa Defi para generar ingresos”. Me pregunto fácil para quién, con qué criterios. Y también, cuándo se ha visto que llueva plata. 
 

6. Sobrejornada

Asoma tímidamente, por fin, la discusión sobre la reducción de la jornada laboral, que no es más que el debate sobre el uso del tiempo. Ya hay varios proyectos de ley en Argentina sobre esto, aunque nadie parece tomarlos muy en serio por ahora (un saludo a Lautaro Torres y les amigues del chat de Cenital que militan la semana laboral de cuatro días, #SL4D, hace rato). 
El martes, Claudio Lozano, presidente del Banco Nación, abordó su contracara. “El debate acerca de la reducción de la jornada laboral debiera incluir una cuestión previa: la reducción de la sobrejornada”, tuiteó. “El debate que, en los países centrales está asociado al tema del cambio tecnológico,en nuestra realidad,si bien debe considerarse, requiere de un abordaje previo ligado a una forma particular de precarización laboral que es la ultra explotación por la vía de jornadas extenuantes. En Argentina hay 4,5 millones de sobreocupados, que trabajan por encima de las 45 horas semanales y representan nada menos que el 26% del total de ocupados. La sobreocupación es una consecuencia del fenómeno de la precarización e informalidad laboral y los bajos niveles de ingresos laborales.”
Me hizo acordar a una nota del Wall Street Journal: “Estas personas que trabajan desde casa tienen un secreto: tienen dos trabajos”. Sigue: “Cuando la pandemia liberó a les empleades de tener que presentarse en la oficina, algunes vieron la oportunidad de duplicar su salario a escondidas. ¿Por qué ser bueno en un trabajo, pensaban, cuando podían ser mediocres en dos?”
La nota sostiene que se “aprovechan” del sistema. “A solas en sus oficinas en casa, alternan entre dos computadoras. Juegan al Tetris con sus calendarios, tratando de esquivar las reuniones interminables. A veces, inician sesión en dos reuniones a la vez. Usan tiempo libre remunerado, en algunos casos ilimitado, para hacer malabares con el gran proyecto ocasional o comenzar una nueva changa.” ¿Te suena? Para algunes puede ser una avivada; para otres, una necesidad.
 

7. Kellys

Esta palabra es gentileza de Matías Fernández. “Las Kellys logran fondos para crear un portal de reservas en ‘hoteles éticos’: ‘O dejan de explotarnos o adiós al negocio’”, titulaba el jueves ElDiario.ar. “El colectivo de camareras de piso en Barcelona logra más de 60.000 euros de financiación para poner en marcha una central de reservas ética, un proyecto que guarda similitudes con el que lanzaron los sindicatos CCOO y UGT bajo el nombre de Fair Hotels”. 
Las Kellys es una organización de “camareras de piso” (en Argentina les diríamos “mucamas de hotel”) que desde 2016 luchan por mejores condiciones laborales. Denuncian trabajo insalubre y paga insuficiente: en una palabra, explotación. Están organizadas regionalmente, con grupos en Barcelona, Benidorm, Fuerteventura, Lanzarote, Madrid y Mallorca. Toman su nombre de un juego de palabras despectivo, cuyo sentido subvierten: la Kelly, la que limpia. 
En 2017 lograron una regulación conocida como Ley Kelly, que buscar evitar la explotación laboral prohibiendo la externalización (lo que aquí llamaríamos tercerización), entre otras medidas. Y ahora, a través de la plataforma de crowdfunding solidario Goteo, consiguieron 80 mil euros de financiación para desarrollar la “Central de Reservas de las Kellys”. 
“Vamos a desarrollar una Central de Reservas vinculada al Sello de Trabajo Justo y de Calidad (…) en los Hoteles donde tengamos presencia sindical y podamos asegurar, con total certeza, que se respetan los derechos de los/as trabajadores/as y no existe explotación”, dicen en la página de Goteo. (…) “Esta Central de Reservas pretende ser una herramienta de transformación social (…). Queremos Limpiar el Mundo e inaugurar la Nueva Era del Turismo basado en el Respeto, la Belleza y el Bienestar, que anteponga los intereses humanos a los mercantiles en todo el planeta. (…) La  puesta en marcha será inmediata porque ¡VIVIR ES URGENTE!”
 

8. Farmacovigilancia

“Fase 4: cómo se hace farmacovigilancia de vacunas para el CoVid-19 en la Argentina pandémica”, afirmaba ayer Julieta Roffo en ElDiarioAr.  “’La fase 4 de una investigación de vacunas es un proceso menos controlado que todo lo que ocurre hasta la fase 3, donde se compara el efecto de esa fórmula con un placebo. En la fase 4, con una base mucho más masiva de personas que reciben esa dosis, se investiga principalmente dos cosas: qué efectos adversos leves y graves se producen y cómo impacta la vacunación en el número de hospitalizaciones, de pases a terapia intensiva, de casos positivos confirmados y también de muertes”, explica el médico infectólogo Eduardo López, integrante del comité de expertos asesor del Ministerio de Salud de la Nación”
Roffo cita un informe de vigilancia de seguridad en vacunas elaborado por la Dirección de Control de Enfermedades Inmuno Prevenibles (DiCEI) y la Comisión Nacional en conjunto con la Comisión Nacional de Seguridad en Vacunas (CoNaSeVa), que sostiene que hasta el 30 de junio de este año se habían producido 48.345 casos de eventos supuestamente atribuidos a la vacunación, sobre un total de 20.543.325 dosis aplicadas: 253 casos cada cien mil dosis.
Lo bueno de la farmacovigilancia es que los vigilados sean los fármacos, y no nosotres por medio de ellos, como la palabra me hacía sospechar.  
 

9. Chemstrips

La ANMAT aprobó el jueves un nuevo test para detectar el COVID-19, Chemstrip. Es un test de anticuerpos que funciona con una gota de sangre y da resultados fiables en diez minutos. Fue desarrollado por el laboratorio Chemtest en conjunto con equipos de investigación de la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Nacional de San Martín y el CONICET. Por la descripción y las fotos, se ve exactamente como un Evatest: el chiste de encontrar una o dos rayitas..

10. Rifirrafe

En un correo, Ramiro Suárez habla del “rifirrafe de la vida”. Sonreí a la palabra sin entenderla del todo: no hace falta definición para entreverla, casi una onomatopeya de las corridas cotidianas en clave Buster Keaton.
1. m. coloq. Contienda o bulla ligera y sin trascendencia, dice en el DLERAE.
Bulla ligera como tortazo de Los tres chiflados. El rifirrafe de la vida, el sinsentido de cada pequeña batalla doméstica desnudado por la pandemia. Porque siempre estamos, o al menos yo siempre estoy corriendo, y renegando.  Porque ese texto me lo pidieron para anteayer. Porque a las ocho de la mañana hice una lista de tareas y a las ocho de la noche apenas taché el primer renglón. Porque se me perdió la tarjeta del cajero y me rechazan la compra online sin explicaciones y la atención al cliente no atiende. La computadora se cuelga justo cuando más la necesito, dónde dejé el maldito tapabocas. La pelea por el orden es el mito de Sísifo en versión Hermanos Marx, y yo separo la basura y después en el camión la juntan. Renegar con la canilla que hace meses que no cierra y para cuándo el plomero. Y hace un año que hago estas diez palabras y me prometí a mí misma y a otres que me acomodaría para que cada vez me lleven menos tiempo, no más.
Bulla ligera y sin trascendencia, pálida ante la muerte que entra sin golpear a tantas casas a toda hora, al eco-horror progresivamente más cercano y acuciante borrando de escala todo lo demás. Por qué esta ristra de contiendas estériles, me querés decir.
Me viene a la cabeza la respuesta del poema de Marie Howe, “porque eso es lo que hacen los vivos”, con su pileta y su plomero.
Estacionar. Cerrar la puerta del auto en medio del frío. Lo 
que llamabas ese anhelo.
Lo que abandonaste al fin. Queremos que llegue la
primavera y que pase el invierno. Queremos
que alguien llame o que no llame, una carta, un beso
—queremos más y más y aún más de eso.
El rifirrafe de la vida, porque otra forma no sé.