1. Ultracrepidario

“¡Hola! Te puede gustar para diezpalabras”, decía en un mensaje Matías Graña. Remitía a un tuit donde se mencionaba “ultracrepidarian”, en inglés. Era en respuesta a un hilo iniciado por Jonathan Davis con una pregunta: “¿Cuál es la palabra para alguien que cree que sabe mucho sobre algo pero en realidad sabe muy poco? Y se burla de alguien que en realidad sabe mucho.” Sam Wise le respondía: “Ultracepidarian (ismo) ‘más allá del zapato’: el hábito de dar opiniones o consejos fuera del conocimiento o la competencia de uno”. Y otre tuitere agregaba: “Creo que perdiste una ‘r’ ahí: ‘ultracrepidario’. El origen es: Sutor, ne ultra crepidam – ‘Zapatero, no más allá del zapato'”.
O, en español, “zapatero, a tus zapatos.”
Para Philosophy Matters, ultracrepidarian fue la palabra del año 2018. No es nueva: fue acuñada en 1819 por el ensayista británico William Hazlitt. Pero las redes sociales le dieron nuevo brillo.
Busco la palabra en español y encuentro a la RAE diciendo que sí pero no. En enero de 2019 le preguntan en Twitter: “la palabra ‘ultracrepidario’ ¿existe?”. Me causa gracia porque ya había sido llamada a la existencia en esa misma frase (como se postula en el libro Eso no se hace de Laura Wittner, con sus minutos que salpican). La pregunta, de hecho, venía de que Pictoline la había consagrado como palabra del día. Y algo así responde la Realísima: “«Ultracrepidario» apenas tiene un uso escaso y reciente en español. Procede del inglés «ultracrepidarian», voz creada en 1819 a partir de formas latinas, para designar irónicamente a quien opina sobre cuestiones que desconoce”. Hay quien se emperra todavía: “No obstante no está aún en diccionario RAE”: un ejemplo perfecto para aplicar la palabra..
El ultracrepidario, pienso, podría ser el nexialista (N85P09) mirado desde el otro lado de la desconfianza: quien precisamente se atreve a ir más allá de sus zapatos, su “zona de confort”. Aunque una cosa es pensar lo desconocido y otra es hablar pavadas.
 

2. Superapps

“Ahora están de moda las superapps”, dijo Samuel Castro en una clase, “apps que sirven para todo”. Me puso a buscar.
El primer ejemplo es WeChat, la compañía china con más de mil millones de usuaries. Como su nombre indica, nació como app de comunicación en 2011 –en chino se llama 微信;, “mensajito”-, pero muy pronto fue mucho más. En China WeChat se usaba absolutamente para todo: para comprar y vender, para redes sociales y para todo tipo trámites, casi como documento nacional de identidad. Según la BBC, en 2021 ya ofrecía más de un millón de servicios de terceros. Incluso a través de WeChat se implementó el famoso sistema de scoring social chino. Comunicación + comercio + ciudadanía digital, todo en uno: en un país con férreo control del estado, tiene sentido.
En Indonesia, Gojek pasó de ser una app de viajes en moto a sumar autos, pedidos de comida y pagos. Eso está pasando con Rappi en Colombia, hoy.  “Un usuario colombiano puede pedir comida, tomar un taxi, reservar un patinete eléctrico, abonar el SOAT (seguro obligatorio de circulación del coche), pedir un ‘rappi favor’ (que alguien venga a casa a sacar a su mascota) y hacer una transferencia con Rappipay”, explica Nacho de Pinedo, CEO de la escuela de negocios ISDI, en un artículo publicado por el BBVA. Caramba.
“Todo el mundo quiere ser una superapp” es la tendencia número 1 del top ten de tendencias para bancos 2022 de Accenture. “Las superapps están dominando más aspectos del mundo digital y de la interacción humana”, dicen. Apptadura (N83P01) intensifies.
En México se lanzó la superapp Baz, del Grupo Salinas, dueño de TV Azteca y Banco Azteca, entre otros activos. ¿Quién ganará la carrera en Argentina?
El post de BBVA enfatiza: “Si una persona en Europa quiere, a través de su móvil, pedir un servicio de transporte, ordenar comida a domicilio, renovar el seguro del coche o hacer una transferencia bancaria a un amigo, debe tener instaladas varias ‘apps’ distintas. No es el caso si esa persona reside en Asia o en América Latina”. Esa manía europea de defender la privacidad y combatir los monopolios.
“El objetivo es tener la vida en la palma de tu mano”, postula Nini Johanna Diaz, responsable de Operaciones de Negocio de Rappi.
Dice la prensa: “One app to rule them all”.
 

3. Yubo

“Salvador Ramos le dijo a las niñas que las violaría, mostró un rifle que compró y amenazó con disparar en escuelas durante transmisiones en vivo en la aplicación de redes sociales Yubo, según varios usuarios que presenciaron las amenazas en las últimas semanas”, cuenta la CNN. “Pero esos usuarios —todos adolescentes— le dijeron a CNN que no lo tomaron en serio hasta que vieron la noticia de que Ramos había matado a tiros a 19 niños y dos adultos en una escuela primaria en Uvalde, Texas.”
No había escuchado hablar de Yubo antes de esta tragedia. No es muy buena publicidad. “Tres usuarios de Yubo dijeron que vieron a Ramos amenazar con cometer violencia sexual o llevar a cabo tiroteos en escuelas; se trata una aplicación que utilizan decenas de millones de jóvenes en todo el mundo”, explica CNN.
Yubo se presenta como “tu red social de retransmisión de vídeos en directo“ y “la solución al aburrimiento”. Dice CNN: “El uso de Yubo se disparó durante la pandemia de coronavirus, cuando los adolescentes en confinamiento recurrieron a la aplicación para obtener una experiencia aproximada a lo que sería una interacción persona a persona. La compañía dice que tiene 60 millones de usuarios en todo el mundo —el 99% de los cuales tienen 25 años o menos— y ha anunciado características de seguridad que incluyen el monitoreo ‘segundo a segundo’ de transmisiones en vivo utilizando inteligencia artificial y moderadores humanos.”
Acá explica Yubo el propio fundador, Sacha Lazimi.
“Yubo, que tiene su sede en París, ha suscitado controversia desde que se lanzó en 2015 con el nombre de Yellow. (…) La policía ha arrestado a hombres (…) que presuntamente usaron Yubo para reunirse o intercambiar mensajes sexualmente explícitos con menores”, dice CNN.
Un día después de la tragedia, Yubo anunció que adoptaría una “tecnología de estimación de la edad” que “usa la tecnología de captura de imágenes en directo para identificar a los menores que utilizan su aplicación, con el fin de mantenerlos separados de los usuarios adultos”, según reportó TechCrunch. ¿Qué podría malir sal?í.
 

4. PimEyes

Hablando de tecnología de captura de imágenes. La palabra “captura” no es casual. El New York Times titula: “Un motor de búsqueda facial genera preocupación por la privacidad de los usuarios”. Y en el copete: “PimEyes es un servicio que encuentra fotos en internet, incluidas aquellas que las personas no quieren que se muestren en las búsquedas. ‘Solo somos proveedores de una herramienta’, dijo su propietario”. ¿Suena a algo?
“Por 29,99 dólares al mes, PimEyes ofrece (…): la capacidad de buscar un rostro, con lo que se podrían descubrir fotografías ocultas que de otra manera habrían estado tan seguras como la famosa aguja en el vasto pajar digital que es internet”, dice la nota, escrita por Kashmir Hill.
PimEyes usa tecnología de redes neuronales para mapear los rasgos de un rostro con el fin de compararlo en busca de una coincidencia con caras de medidas similares; cuantas más fotos procesa, más aprende. En el sitio de la empresa, se cita a la BBC: “PimEyes es el reconocimiento facial con esteroides”.
“El nuevo propietario de PimEyes es Giorgi Gobronidze (…) Su interés en la tecnología comenzó por los ciberataques rusos contra su país natal, Georgia”, cuenta Hill.  “Gobronidze piensa que PimEyes puede ser una herramienta para ayudar a la gente a monitorear su reputación en línea. (…) Se supone que los usuarios solo deben buscar sus rostros o las caras de las personas que han dado su consentimiento (…). Sin embargo, señaló que dependía de que la gente actuara ‘de manera ética’ (…). PimEyes no tiene controles para evitar que los usuarios busquen un rostro que no sea el propio y le indica al usuario que pague una suma importante para impedir que las fotografías dañinas generadas por las malas decisiones de una noche lo persigan para siempre.”
Gobronidze considera peligroso que el reconocimiento facial sea un arma solo para los gobiernos, y asegura que lo pone “al alcance de todos”, para proteger la privacidad. Muches consideran que lo que hace es extorsión.
 

5. Perceptrón

TechCrunch, un medio especializado en tecnología, cambió el nombre de su columna “Deep Science”: ahora se llama “Perceptron”. Me están provocando.
No puedo más que imaginar que el perceptrón debe ser algún elemento simbólico de esta era, como supo ser el fax para Nicolás Repetto hace treinta años.
“Un perceptrón es una neurona artificial, indispensable para las redes neuronales del Deep Learning”, dice en Data Scientest. Redes neuronales, qué casualidad, justo lo que usa PimEyes para el reconocimiento facial. “Las neuronas artificiales tratan de imitar el funcionamiento de las neuronas del cerebro. Se trata de una función matemática que se basa en un modelo neuronal biológico. Una red neuronal artificial está compuesta por múltiples neuronas artificiales. Los resultados de los cálculos se transmiten de una neurona a otra, y cada una conserva un estado interno llamado señal de activación. Las neuronas están conectadas entre sí por enlaces de conexión por los que circula la información sobre los datos introducidos.”
El perceptrón es anterior a la música pop: fue creado en 1957 por Frank Rosenblatt en el laboratorio aeronáutico de Cornell. “El perceptrón efectúa cálculos para detectar características o tendencias en los datos de entrada. Se trata de un algoritmo para el aprendizaje supervisado de clasificadores binarios. Ese algoritmo es el que permite que las neuronas artificiales aprendan y traten los elementos de una serie de datos”, se explica. “El perceptrón desempeña un papel esencial en los proyectos de Machine Learning. Se utiliza en gran medida para clasificar datos, o como algoritmo que permite simplificar o supervisar las capacidades de aprendizaje de los clasificadores binarios”. Así, el perceptrón, en tanto neurona artificial, unidad de la red, ‘aprende’ a hacer predicciones.
Si no entendí mal, hablar del perceptrón -usar la palabra como símbolo- es meternos a buscar inspiración en la jerga de la inteligencia artificial. Ya la veremos en marcas de ropa de mujer, o quizás en carteles de discotecas: esta noche hay fiesta en Perceptrón.
 

6. DeFi

Yo confieso: si bien llevo años viendo pasar el hashtag #DeFi, no me había molestado en preguntarme adónde iba. Hasta que me topé con esta nota del New York Times convenientemente traducida (y desbloqueada) por El Times, irresistiblemente titulada “¿Qué es eso de DeFi?”. Y bueno: como suele pasar con las siglas, era más simple de lo que parecía. “DeFi es una abreviatura de ‘finanzas descentralizadas’ derivada del inglés que en ese idioma se pronuncia ‘difai’. Es un término general que engloba la parte del criptouniverso dedicada a la construcción de un sistema financiero nuevo, nativo digital, que emplea cadenas de bloques o blockchain en lugar de los intermediarios y mecanismos fiduciarios tradicionales”, dice Kevin Roose, autor de esta nota y el resto de la Guía cripto para despistados. “En la actualidad, el valor total bloqueado (o TVL, por su sigla en inglés) de las DeFi, la medida estándar del valor de los criptoactivos asociados a proyectos DeFi, es de alrededor de 77.000 millones de dólares, según DeFi Pulse. Esa cantidad colocaría a las DeFi aproximadamente en el lugar 38 entre los mayores bancos de Estados Unidos en términos de depósitos, si fuera un banco”. Lo opuesto a DeFi es TradFi (finanzas tradicionales), aunque por supuesto esta palabra solo es usada por la gente de las DeFi, de modo despectivo.
Me quedé pensando en la delicadeza de la persona que tradujo esta nota al español y sumó esa aclaración: “que se pronuncia ‘difai’”. Igual que defy, que se traduce por “desafiar”. 
 

7. Mafilia

Y hablando de descentralizar y desafiar, qué hallazgo este término que usa L-Gante; Mario Puzo sonreiría. Yo que soy de otra generación lo conocí recién ahora, en una noticia que muestra la palabra escrita con aerosol en la limusina blanca que usa -muy a lo Charly García– para moverse. En este caso, el grafiteo venía en homenaje a El Noba, el músico que murió esta semana tras un accidente de moto. La mafilia de la limo grafiteada me lleva a pensar en los familionarios (N84P07) de Freud y Heine y Alicia Killner: similitudes y diferencias. Qué palabrita clavada al ángulo. 
 

8. Momento materialista

Lo más hermoso que me trae diezpalabras son las conversaciones. Esta vez, la edición 86 me trajo un mail fantástico de Agostina Mileo, también conocida como La Barbie Científica. Lo reproduzco casi entero, con su permiso, porque me parece espectacular que se haya tomado el trabajo de explicarme algo tan complejo de forma tan simple. Gracias, Agos.
“Esta edición me resonó especialmente (…) Entre todas las cosas con las que te podría aburrir hoy elegí esta: ‘Tampoco hay un afuera de las palabras’.
Es un problema teórico con el que las feministas de cierta tradición materialista venimos trabajando hace tiempo, especialmente quienes suscribimos a teorías de la transición modernismo-posmodernismo. Reconocer que el lenguaje crea y determina realidades pero que hay algo en la experiencia que existe más allá y que nos permite reconocer opresiones de modos no relativistas (obviamente esto es una explicación bastante grosera).
En fin, lo que quería acercarte, si no lo conocés, es el concepto de ‘materialist moment’, que es mi concepto fetiche de estas semanas. ¿Qué describe? Ese resquicio temporal en el que se reconoce una experiencia colectiva que aún no ha sido capturada por el lenguaje y se le da nombre para poder explicarla. La introductora del concepto, Nancy Hirschmann, pone de ejemplo la jouissance de las feministas francesas, señalando que este placer sexual de las mujeres puede expresarse en efecto por fuera (yo diría, incluso dentro, pero bueno, entiendo la elección) del contexto patriarcal y su lenguaje que define la sexualidad femenina como “that which is fucked“. A su vez, la jouissance no puede tener sentido por fuera del lenguaje, pero hay un ‘momento’ para afirmar ese reconocimiento de la experiencia de la sexualidad de un modo que no está contenido en el discurso y que se evapora mientras cobra sentido.”

 

9. Estanflación

Esta no es nueva. En Argentina, donde tenemos doctorados en crisis de todos los colores, la sabemos hace rato. El chiste es que ahora -particularmente en 2022, especialmente a partir de la invasión de Rusia a Ucrania- la palabrita suena cada vez más fuerte en países no tan acostumbrados a estos vaivenes. “Los grandes países del euro, abocados a la estanflación en este trimestre”, titulaba El Economista el jueves. “Francia alimenta el temor a la estanflación en Europa: el PIB cae un 0,2% y la inflación escaló a un récord del 5,8%”, dice El Español. “Habrá estanflación sin pacto de rentas”, advirtió el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos. El Financial Post de Canadá habla de riesgos de estanflación. La referencia recurrente es la crisis de la década del 70, de la que los países más poderosos salieron con recortes y austeridad.
“La estanflación es la coyuntura económica en la que coinciden estancamiento e inflación. Se dice que hay estanflación si el PIB de un país decrece durante dos trimestres consecutivos, fomentando un mayor desempleo, mientras los precios aumentan de manera continuada. El término lo acuñó en 1965 el ministro de Finanzas británico, Ian Mcleod, en un discurso en la Cámara de los Comunes”, se cuenta en un artículo publicado el viernes en el sitio español El Orden Mundial. “La estanflación genera un empobrecimiento de la población agravado por la dificultad de acceso a bienes esenciales cada vez más caros y de asignar recursos a proyectos empresariales que dinamicen la economía.”
Así las cosas. A pedido de gente muy generosa del maravilloso colectivo de mecenas de diezpalabras, armé una edición limitada de mecenazgos por tres meses, porque pensar a un plazo más largo que ese en este mundo es un exceso de ingenuidad. Si sos parte de ese radiante grupo y querés ayudarme a inventar las paritarias para creadores de newsletters experimentales, podés modificar tu aporte acá (es solo un formulario, yo me ocupo del trámite). Y si te dan ganas de sumarte a este selecto club de gente que recibe palabras personalizadas para su cumpleaños, pasá: esta es tu alfombra roja. Gracias gracias  gracias <3
 

10. Hoja

Llevo casi dos meses usando el discurso de Guillermo Saccomanno en la apertura de la Feria del Libro de Buenos Aires para dar ejemplos en clase. Y sin embargo, recién esta semana vi esta oración. “El monje taoísta vietnamita Thich Nhat Hanh dice que la hoja donde escribo contiene el árbol del que proviene, desde la semilla, pasando por la lluvia, el sol, las estaciones, una historia concerniente a la naturaleza ante la que no puedo hacerme el distraído. Intentaré evitar irme por las ramas.”
Me mira fijo esa relación entre árbol y papel: una hoja es una hoja es una hoja. Un amigo dice que los vegetales nunca están del todo muertos; la vida secreta de las plantas. Hasta me da envidia. Pienso  en qué nos toca a quienes ya no escribimos sobre materia orgánica. ¿Sobre qué escribimos? ¿Qué contiene esta pantalla, hoja deshojada? ¿La tecnomineralia (N60P01) que la mantiene encendida? ¿Los impulsos eléctricos? ¿La luz? Árbol hoja salto luz aproximación.
En otra instancia de la pantalla –gracias a La Parada Poética– encuentro esto de Roberto Bolaño:
Entre estos árboles
que he inventado y que no son árboles
estoy yo