1. E-Chori

Aunque los días parezcan todos iguales, tienen fecha. Hoy es 17 de octubre, es sábado, y la CGT convoca a celebrar los 75 años del peronismo. Pero esta vez no hay patas en la fuente. O quizás sí: un video convoca a meter “las patas en las fuentes… de casa”. La movilización -por así decirle- es virtual. Movilización inmóvil. El periodista Alejandro Bercovich la viene llamando e-chori.
Se invita a la militancia a sumarse a través del sitio 75octubres.ar, que a las 13 de hoy estaba colapsada, como la Plaza de Mayo cuando se llena. Es un producto de VirtualMov, una plataforma para “movilizaciones masivas virtuales” que permite adoptar un avatar y geolocalizarlo en el lugar deseado: por ejemplo, las fuentes de la Plaza de Mayo. Esta plataforma se lanzó en abril, se estrenó para la celebración del Día de la Tierra (“en” Washington), donde hubo discursos y recitales, y se volvió a usar en julio para la Marcha del Orgullo de Madrid, y hace poco para el festival FuegoCero que organizó Greenpeace por la Ley de Humedales. En todos los casos, permitió ver eventos por streaming y a la vez mostrarse de algún modo “en” el lugar, y hasta chatear con otros asistentes. La plataforma es obra de la productora SuperAcción, de Javier Grosman, el creador de los festejos del Bicentenario y de Tecnópolis. Hace unos días, la especialista en comunicación Sandra Valdettaro especulaba en una clase con el fin de la era de las masas, tan siglo XX: no más recitales multitudinarios, estadios, marchas de millones. Grosman vio el filón. Todavía no streamean el e-chori (¿cómo huele?), pero ya se le va a encontrar la vuelta. 

 

2. UTC

Así como los eventos ya no tienen lugar sino URL, tampoco tienen hora, sino UTC: Tiempo Universal Coordinado. Dice la Wiki que la sigla UTC es “un intermedio entre la versión en inglés Coordinated Universal Time CUT y la versión en francés Temps universel coordonné TUC”. Vino a reemplazar al GMT, el querido meridiano de Greenwich, como estándar de tiempo global; al parecer, la hora de Greenwich, basada en el movimiento del sol, no resultaba del todo fiable y la cambiaron por UTC, que sigue un reloj atómico. Hoy toda comunicación deslocalizada se fija con coordenadas UTC, para evitar el incordio de andar explicitando husos horarios como hacía Manu Chao, doce de la noche en La Habana, once de la noche en San Salvador. Así nos encontramos sincrónicamente a horas distintas; escribo desde el -3 UTC, y estas palabras se leen desde -6, -4, +2. Incluso podrían leerlas antes de que yo las envíe. Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Qué horas son, mi corazón.

 

3. Semana Dorada

Una mañana mi despertador no sonó. Pensé que la tablet estaría sin batería o me habría equivocado al programarla. A la mañana siguiente volvió a pasar. Cuando fui a chequear, el seteo estaba ahí; decía que sonaría en ocho días. Estaba puesto para sonar en “Legal Workdays” (días hábiles); era viernes. Recién ahí me di cuenta de que mi despertador vive bajo otro calendario. Con este tuit entendí todo: mi tablet, una Xiaomi comprada hace dos años en el mercado de electrónicos de Shenzhen, estaba de vacaciones. Era la Semana Dorada, como se conoce a los festejos posteriores al Día Nacional Chino. Le cambié el seteo de “Legal Workdays” a “Monday to Friday”, pero igual me quedé pensando. Ahora que trabajamos en cualquier lugar y con cualquier persona de cualquier lado, ¿qué fue de los feriados? Porque no solo la hora varía de país en país: también los días no laborables, generalmente atados a rémoras del siglo XX como los estados nacionales y sus construcciones simbólicas. ¿Cuál será el UTC de los feriados?

 

4. Dexametasona

¿La Organización Mundial de la Salud viene a ser el UTC de los ministerios de Salud. Así, paso a paso, la pandemia nos va preparando para el gobierno global. Ayer Tedros Adhanom Ghebreyesu, el director de la OMS, afirmó en conferencia de prensa: “Por el momento, el corticosteroide dexametasona sigue siendo el único tratamiento que ha demostrado ser eficaz contra la COVID19, para pacientes con enfermedad grave.” Aseguró también que “ni el remdesivir ni el interferon tienen efectos en la mortalidad y la evolución de los hospitalizados por Covid-19”. Según la Wiki, la dexametasona es “un potente glucocorticoide sintético con acciones que se asemejan a las de las hormonas esteroides”. Esteroides on steroids. Quizás la hayas tomado alguna vez después de una visita intensa al dentista. Según el sitio de la OMS, la dexametasona es “un antiinflamatorio potente que reduce la respuesta inmunitaria y que puede aumentar el riesgo de contraer otras infecciones”, por lo que, advierten, “no se debe tomar para prevenir la COVID-19 ni para tratar los síntomas leves que ocasiona”: solo se recomienda para quienes requieren oxigenoterapia.

 

5. COVID largo

¿Y el resto? Decenas de miles de personas están reportando síntomas variados de COVID -fatiga profunda, falta de aire, dolores musculares, taquicardia, náuseas, pérdida de memoria, confusión mental- que permanecen largos meses después del momento de la infección, con ocasionales períodos de mayor gravedad. Se autodenominan “long haulers” (“las de largo plazo” o “las de larga distancia”), o también “long COVID”, COVID largo. Además de sus síntomas, sufren la falta de atención del sistema médico, que se concentra en los casos más graves y da poca o nula atención a quienes no parecen estar por morirse inminentemente. En muchos casos, directamente ni les creen. Temen no poder volver a sus vidas anteriores jamás. Se acompañan y comparten información a través de grupos de Facebook y Slack; Long COVID Supporters tiene 27 mil participantes; Body Politic, 14 mil. Sus historias pueden leerse en los sitios británicos LongCovid o en LongCOVIDSOS, donde impulsan una campaña con tres reclamos: reconocimiento, investigación, rehabilitación.
Finalmente, la ciencia está llegando al COVID largo, que Nature describió como una “miseria duradera”. El jueves, el National Institute for Health Research del Reino Unido publicó un informe con lo que se sabe hasta el momento. “Creemos que el Covid de largo plazo está siendo usado para englobar más de un síndrome, posiblemente hasta cuatro, y que la falta de distinción puede explicar los retos que la gente está teniendo en que les crean y tengan acceso a servicios (médicos)”, explicó la Dra. Elaine Maxwell. Y detalló: síndrome post terapia intensiva; síndrome de fatiga postviral; síndrome de daño permanente de órganos y (atención) “síndrome de síntomas fluctuantes que se mueven por el cuerpo”, que podría mostrar un sistema inmunológico dañado. “Ser una persona COVID de largo plazo significa estar desplazada”, dice Melanie Montano, administradora de un grupo de autoayuda en Slack. “No estamos muertas pero no estamos viviendo”.

 

6. Gita

Más noticias del gobierno global. El economista jefe del Fondo Monetario Internacional es una mujer, es india, tiene 48 años y el pelo largo y negro como una estrella de Bollywood, y se llama Gita. Gita Gopinath. Sospecho que tanto ella como Kristalina Georgieva son humanoides virtuales de diseño, creadas a partir de recomendaciones expertas en corrección política, como las estrellas holográficas de pop coreano que llenan (llenaban) estadios.
El martes Gita publicó un artículo en el blog del FMI (encima bloguera). Sostiene que estamos en la peor crisis económica desde la Gran Depresión, y que en todos los países del mundo –excepto en China– el producto será menor este año que el año pasado. Asegura que “es necesaria una mayor colaboración internacional para terminar con esta crisis sanitaria”, que “los gobiernos deben continuar ofreciendo apoyo a los ingresos a través de transferencias monetarias focalizadas, subsidios salariales y seguros de desempleo” y que “debe apoyarse a los trabajadores con transferencias de ingreso, programas de reorientación laboral y adquisición de nuevas aptitudes”. Sostiene que las economías de “mercados emergentes y en desarrollo” deben “priorizar el gasto crítico en salud y las transferencias a los pobres, así como garantizar una eficiencia máxima”. Pero con ayuda: “Donde no sea sostenible, la deuda debe reestructurarse cuanto antes y liberar fondos para afrontar esta crisis.” Afirma que “los gobiernos deberían aumentar la progresividad de sus impuestos para que las empresas paguen su parte correspondiente”, y que “las inversiones en salud, infraestructuras digitales, infraestructuras verdes y educación pueden contribuir a lograr un crecimiento productivo, inclusivo y sostenible.” Montonera Gita, renuncie.

 

7. Artsaj

Mientras el mundo batalla contra la enfermedad y la pobreza y discutimos soberanía de datos, en un país cuyo nombre desconocía hay una guerra como las del siglo XX, con soldados disparando cuerpo a tierra, camuflaje, tanques y trincheras. Se están matando desde hace tres semanas por lo que en Armenia llaman la República de Artsaj, y en Azerbaiyán, Rusia y Turquía, Nagorno (Alto) Karabaj. Según la Wiki, el Alto Karabaj es “una conflictiva región de Transcaucasia perteneciente, de iure, a Azerbaiyán pero controlada, de facto, por el gobierno de la República de Artsaj”. Juan Elman explica en su newsletter Mundo Propio que Artsaj es un “estado no reconocido por la comunidad internacional que en la práctica opera como una provincia de Armenia, de donde provienen casi la totalidad de sus 150 mil habitantes”. Para la Wiki es una “república independiente de facto”; declaró su independencia en 1992, pero solo la reconocen otros “estados de reconocimiento limitado”: Abjasia y Osetia del Sur (regiones independentistas de Georgia) y Transnistria (entre Moldavia y Ucrania). Artsaj significa “bosque de Aran” en armenio; la zona, con la superficie de las Malvinas, ya se llamaba así en el Antiguo Reino de Armenia, antes de Cristo. Está en conflicto por lo menos desde 1917, cuando Stalin la asignó a Azerbaiján como movida geopolítica para acercarse a Turquía. Con la disolución de la Unión Soviética, Armenia buscó recuperar el territorio en un conflicto que duró de 1988 a 1994. En los últimos años, la frontera se recalentó. Y ahora no se sabe quién tiró la primera bala, pero la capital, Stepanaterk, está bajo bombardeo, y en las montañas se combate old school. Ya hubo un alto el fuego y ya lo ignoraron. Ah, pero no solo es guerra siglo XX: en las calles de Baku, la capital de Azerbaiyán, pueden seguirse los ataques de drones por pantalla gigante, en tiempo real.

 

8. Largo Caballero

El siglo XX sigue sacando la mano desde adentro de la tumba. En Madrid, una cuadrilla retiró de la plaza Chamberí una placa en honor a Francisco Largo Caballero, un sindicalista y dirigente del Partido Socialista Español que fue presidente del Consejo de Ministros durante la Segunda República Española, en 1936. La medida responde a una propuesta del partido de extrema derecha Vox -aprobada con los votos del Partido Popular y Ciudadanos- para eliminar de Madrid todo recordatorio de Largo Caballero y de Indalecio Prieto, otro dirigente del PSOE y ministro republicano. Sostienen que esta medida se apoya en la Ley de Memoria Histórica de 2007 en la que “se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura” (Boletín Oficial). El concejal que presentó la propuesta, Francisco Javier Ortega Smith, llamó “criminales” a Largo Caballero y Prieto, y aseguró que “están manchados con sangre”. A su vez, el portavoz del PSOE llamó a los concejales de Vox “criminales ideológicos”. Además, las estatuas de los dos dirigentes fueron pintadas con la palabra “asesino”. Mientras tanto, Vox tira nafta al fuego desde su cuenta oficial: “Siguiente objetivo: la estatua. ¿Queréis evitarlo? Derogad la ley de memoria histórica”.
Una encuesta impulsada por la Plataforma de Medios Independientes de España mostró que un 40,9 por ciento preferiría una república, pero también que un 34,9% elige la monarquía. En el artículo de Wikipedia sobre Largo Caballero hay un cartel: “Existen desacuerdos sobre la neutralidad en el punto de vista de la versión actual de este artículo o sección”. El espacio público de Madrid se parece hoy a esa página en controversia. Pero es más difícil de cambiar.

 

9. E-laugh

“How do you e-laugh?”, preguntaba en un tuit The New Yorker. ¿Cómo te reís por escrito (en dispositivos electrónicos)? Remitía a un artículo de Sarah Larson de 2015: “HAHAHA vs. HEHEHE”. Parece una pavada pero ese texto tocó algún nervio, porque los equipos de investigación de Facebook -que saben bastante acerca de cosas que nos pasan por abajo del radar- tomaron el tema. Un par de meses después tenían un mapa completo de la risa electrónica en Estados Unidos, comparando la distribución geográfica, etaria y de género entre haha (51,4%), hehe (13,1%), lol (1,9%) y emojis varios (33,7%). Hablaban también de la cantidad de letras, y de cómo el uso de letras desordenadas (“HAHAHAHhahajakakjahaahkajkjjsdhfkajdsfk”) podía leerse como una suerte de signo de risa física que impide tipear con coherencia. Porque qué difícil trasladar, traducir, la risa real, física. Gerry Garbulsky dice que la risa es una de las pocas cosas que no se puede procrastinar: cuando llega, llega. Escribía Diego Gualda hace una punta de años en la revista Lamujerdemivida: “Reír es la cosa más terrible del mundo. Sobre todo para los maniáticos que pretenden tenerlo todo bajo control. ¿Por qué? Porque la risa es –justa e injustamente– incontrolable. La risa espasmódica y descontracturada es una cosa horrenda, porque obliga al amargado a recordar y recordarse que, aunque sea en pequeñas dosis, puede ser feliz. Y eso desbarata estructuras. Hace que se sienta perdido. Que sienta que ya no tiene el universo bajo su pulgar.” ¿Cómo te reís con el pulgar, en tiempo real?

 

10. Refuturizar

Esta se la agradezco al profesor Alejandro Piscitelli. Years and Years se quedó vieja en seis meses; hasta la ficción se congeló en 2020 mirando el reloj detenido. En medio de esta distopía cyberpunk, desde la cátedra Datos – UBA Piscitelli y su equipo invitan a refuturizar. Viene el verano (bueno, aquí; en otras partes vendrá el invierno) y no sabemos cómo ni dónde lo vamos a pasar; no sabremos si se podrá viajar, ni si el bosque que extrañamos será pronto -o quizás ya es- cenizas. Qué habrá quedado del mundo en estos meses en que no lo caminamos. No sabemos si chocaremos copas a fin de año; cuesta proyectar hasta el fin de semana. El futuro es mirar a la pared, como en los ejercicios de meditación budista. Mirar a la pared hasta que la pared se abra. Los teóricos de Datos -que pueden seguirse por YouTube– invitan a volver a pensar el futuro. Subite a mi DeLorean superesport.