1. OrangeGutan

Ahora que respiramos, parece que los chistes sobre Donald Trump causaran más gracia. Tomás Díez lo llamaba hace unos días OrangeGutan, burlándose al mismo tiempo de su cara naranja de cama solar y de sus modos brutales. No es el único: el término circula en redes por lo menos desde 2016, cuando comenzó la carrera política de Trump. 
Por supuesto que dan ganas de reírse de un matón que se ha burlado de todo lo que se mueve en el peor de los tonos, un hombre blanco, anglosajón, heterosexual y multimillonario, racista, misógino y  abusador, que miente sistemáticamente y no tiene empacho en usar el poder de la presidencia más importante del mundo para alimentar su propio ego. Pero, ¿dónde nos deja esa burla frente a sus 70 millones de votantes, que seguirán con miedo de que los robots y la globalización les roben sus empleos -algo muy posible- o que venga el socialismo a comérselos? Y posiblemente, también, con bronca y algún arma.
¿Qué importa de qué color sea su cara? No se trata de eso. ¿Qué culpa tendrá el orangután (y la orangutana)?
Según acusa un militante republicano por acá, lo llaman “Cheeto OrangeGutan nazi”. Qué necesidad. Es tanto más elegante decirle, en sus propias palabras, como la gente que salió a la calle a festejar, “You’re fired” (“Estás despedido”).

 

2. Nazi

Disculpen que me ponga reiterativa, es que el mundo insiste. “Un tour en Rowno conducido por un guía vestido con el uniforme nazi. Los nazis y sus colaboradores locales asesinaron a más de 25 mil personas judías en Rowno”, tuiteó el lunes Eduard Dolinsky, director general del Comité Judío Ucraniano, mostrando una foto presumiblemente actual de un muchacho igualito al Rolf de La novicia rebelde. Una versión superadora del turismo de experiencias.
El martes circuló en las redes sociales argentinas un trabajo para una materia de la carrera Diseño Industrial de la Universidad de Buenos Aires: una aspiradora diseñada en homenaje a un tanque de guerra nazi, con esvástica y todo, en negro sobre fondo rojo. También se vio la respuesta del equipo docente: “Cuidado con las iconografías utilizadas en el producto”. Las imágenes fueron difundidas por estudiantes de la misma materia, que también hicieron circular una suerte de comunicado que mostraba indignación y pedía sanciones a la cátedra por no haber reaccionado con mayor dureza. 
El viernes, Librenauta me dijo que había escuchado a su hermano y un amigo decir “de nazi” mientras jugaban al League of Legends, en su sentido de piropo gamer. En agosto, ese uso de “de nazi” fue la primera de las diezpalabras, N01P01, la que me sorprendió tanto que me puso a escribir. Una palabra ubicua, más persistente que las moscas.

 

3. Desposesión

“Recomiendo a @SergioBerniArg leer ‘Acumulación por desposesión’ de Harvey. Así modera su entusiasmo por desalojar humildes en forma ‘implacable’ y lo usa para desalojar a los apropiadores de tierras mapuche, los predios apropiados por Larreta, Clarín, el Lago Escondido de Lewis, etc”, tuiteó la ex embajadora Alicia Castro el domingo, como para arrancar tranqui el mes. Respondía así a un tuit donde el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, en un video con producción digna de Hollywood, muestra el despliegue policial en el desalojo de la toma de tierras de Guernica. Dice, desde su cuenta oficial, en un video que se supone comunicación institucional de gobierno: “Teníamos que conducir 4000 policías para que el operativo fuera implacable”, y cierra con “Mando, comando y control”. 
Nunca había visto mencionar a David Harvey en una discusión política vernácula. Es un geógrafo británico marxista, académico en Londres y Nueva York, que dedicó su vida a estas ideas que Castro resume en 200 caracteres. En los 70 se unió al movimiento de Geografía Radical, en reacción a la pretendida neutralidad cientificista de una disciplina que tomaba las desigualdades sociales como algo dado. A los 85, Harvey mantiene un podcast de crónicas anticapitalistas donde enseña marxismo por YouTube.
Quizás algo de su trabajo haya permeado algún sentido común. “Nadie está discutiendo la propiedad privada en Argentina. El discurso de defensa de la propiedad privada resulta muy conveniente, porque se aprovecha del temor a perderlo todo de los que tienen poco y los convierte en aliados de los poderosos en su lucha para mantener los privilegios”, decía el domingo Federico Simonetti en el episodio “De propiedad privados” del noticiero humorístico País de Boludos.
Pero una cosa es PDB y otra es una exembajadora. No solo las casillas de las familias ocupantes se prendieron fuego en Guernica. Algo más delicado explotó en ese desalojo para las cámaras, y las esquirlas siguen en expansión. 
Ah,  el PDF de El nuevo imperialismo: acumulación por desposesión está acá.

 

4. Alcentro

“Y lo que hubiera sido un problema de herencia entre ricos, como lo definió Alcentro Fernández (“¡Más Alcentro que nunca!”), al estar Grabois se convirtió en una verdadera amenaza a la propiedad privada”, dicen en el mismo episodio de PDB, donde analizan en tándem la restitución (N10P07) de la estancia Casa Nueva en Entre Ríos y de las tierras de Guernica. 
El periodista Daniel Tognetti se atribuye el término, pero el oyente que subió el recorte a RadioCut le da el mérito a PDB. “El mote de ‘Alcentro’ Fernández lo creó Fede (Simonetti)”, decía en octubre del 19 Ivana Szerman, coconductora de PDB. “No es ni siquiera despectivo, me parece que es bastante gracioso y que describe un posicionamiento que ellos mismos plantean.” El primer registro escrito online es de cuando Fernández aún era candidato, el 10 de septiembre de 2019, en esta columna del consultor Eduardo Reina para Perfil. Es cierto que lo que se dice en radio o video no se indexa en Google. 
“Parece que hasta con la ley de etiquetados vamos a recular. UN centro para este lado. Algo. Ni las migas ya tiran”, tuiteaba el miércoles Tomás Monteverde, militante del partido rosarino Ciudad Futura, en relación a la noticia de que Sergio Massa había girado el proyecto de ley de etiquetado frontal de alimentos a seis comisiones de la Cámara de Diputados. Después, reculó la reculada: finalmente el proyecto pasó a tres comisiones. Difícil centrarse.

 

5. Veranito

El mismo domingo, La Nación titulaba: “Dólar. Cuánto puede durar el ‘veranito’ cambiario de la semana pasada”. No era una pregunta. A continuación, citaban a cuatro consultores económicos y analistas financieros que decían que conviene bajar impuestos, que conviene mantener los impuestos, que la ven difícil y que es más complejo. 
Me encanta la palabra “veranito”, sobre todo cuando coincide con días de 24 grados y humedad relativamente baja en Buenos Aires. Circuló toda la semana, y trae tantas cosas en su diminutivo. Ese aire de condescendencia, de paternalismo: un veranito es algo bello, placentero y efímero. No es como una primavera, la árabe por ejemplo, algo que nace; no, es algo que hay que aprovechar porque dura poco. Carpe Diem. Y hay como un goce sádico en ese “disfrutalo mientras puedas”, un “ya se te va a terminar”. Por otra parte, este uso del término pulveriza la falsa grieta entre amantes del invierno y del verano. Si el invierno fuera bueno, hablaríamos de un “inviernito” cambiario. Nunca lo vi. 
Otra frase linda de la misma nota es “paz cambiaria”. Como si la política monetaria fuera una guerra, o mejor, un estado en guerra, haciendo la analogía con la pax romana. La famosa patria financiera. 

 

6. Camila (y Sarah y Luz)

El lunes, la Feria del Libro de Guadalajara otorgó el Premio de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz a la cordobesa Camila Sosa Villada por su novela Las malas, un libro inclasificable, entre la crónica y la novela coral, sobre la furia y la fiesta de ser travesti. Es la primera vez que este premio, el más importante para mujeres de habla hispana, se entrega a una escritora trans. Camila, que además es actriz, obtuvo su DNI con su identidad de género autopercibida en agosto de 2013. 
El miércoles supimos que Sarah McBride asumirá en enero su banca como senadora del estado de Delaware. Será la primera senadora estatal trans en la historia de Estados Unidos. Otra activista, Taylor Small, fue electa para la Cámara de Representantes de Vermont. Las dos son demócratas. “¡Quinta legisladora trans de la Nación!”, tuiteó Taylor. Aquí la Wiki ofrece una lista de personas trans con cargos públicos en todo el mundo. En América latina, la primera diputada trans es la venezolana Tamara Adrián, que asumió en 2015; en Argentina, Paula Arraigada fue la primera candidata a diputada trans, en 2019. 
Y el jueves, Luz Aimé Díaz entró a la Cámara de Diputados de Argentina, no como legisladora sino como la primera empleada trans. En su caso, no es solo una cuestión de cumplir el cupo laboral trans en el sector público que se estableció en septiembre por decreto. Es también una reparación: Luz, que es salteña y está casi ciega, pasó dos de sus 24 años presa por un crimen que no cometió, hasta que fue absuelta el 2 de octubre. Cambiar de lugar.

 

7. Ayudadores

¿Viste el video? No hay mucho que agregar, podés pasar a la siguiente palabra. “Los ayudadores”, que difundió esta semana la iniciativa Spotlight (Unión Europea – ONU), usa lenguaje publicitario para traer a la discusión pública la noción de “carga mental”, trabajada por los feminismos desde hace décadas. Los “ayudadores” son hombres que se ofrecen a “ayudar” con tareas domésticas y de cuidados, sin notar que “ayudar” es correrse de la responsabilidad: otra persona debe planificar, gestionar y supervisar qué hay que hacer, cuándo y cómo, y además, cómo delegar tareas. Más fácil: implica ser project manager del hogar, como dice la artista francesa Emma en su maravilloso comic Fallait demander (o You should’ve asked, o Me lo podrías haber pedido). 
La carga mental incluye un rango por definición infinito de cuestiones, desde qué se come hasta el calendario de vacunación, desde el chat “de mamis” (y cómo va la cuenta de favores) hasta los vencimientos de los servicios, sin excluir el balance financiero familiar. Y a qué hora hay que conectar a quién a cuál zoom. Y dónde están las herramientas más básicas. “¿Viste mis anteojos, Rosita?”, pregunta el marido a la chancha que cría 25 chanchitos en la película Sing. “Están en tu bolsillo, Norman”, le contesta una máquina que ella diseñó para que les dé el desayuno a los 25, levante la mesa, lave los platos, les ponga las mochilas, le diga chau a cada une, cierre la puerta y de paso responda a esa pregunta. Solo así puede Rosita irse a una audición. 
En el video definen a los ayudadores como “un grupo de hombres con distintas habilidades que no toman ningún tipo de decisión o acción proactiva en las tareas del hogar y de cuidado”. Y proponen cambiar el “yo te ayudo” por “yo me ocupo”. Qué difícil ponerle palabras a los hombres en la boca, eh. Vuelven las de Mauricio Macri en agosto de 2019: “Como presidente estoy acá para ayudar en lo que pueda”.

 

8. NotMilk

El domingo 1 de noviembre fue el Día Mundial de la Ecología, y también el Día del Veganismo. Aprovechando la ocasión, la start-up chilena de alimentos veganos sintéticos NotCo se lanzó en el mercado estadounidense presentando su “leche alternativa” NotMilk en todos los supermercados Whole Foods del país, unos 400. Whole Foods, desde 2017, es parte del conglomerado de empresas del dueño de Amazon, Jeff Bezos. También de Bezos vienen algunos de los 85 millones de dólares que NotCo levantó en la última ronda de inversión. 
Además de NotMilk, NotCo -fundada en 2015- produce NotMayo, NotBurger y NotIcecream, sucedáneos de la mayonesa, las hamburguesas y el helado que -según dicen- logran el mismo sabor,  textura y hasta cualidades nutricionales que los originales, en base a moléculas vegetales sintetizadas. El secreto es su algoritmo de inteligencia artificial, al que hasta le pusieron nombre, Giuseppe. Según dicen, aprende “infinitas combinaciones de plantas para replicar productos animales y hacerlos más sustentables y más ricos.” Estos alimentos no solo evitan la carne, lácteos o huevos: tampoco tienen soja, gluten, colesterol ni productos derivados de semillas transgénicas. Por ejemplo, NotMilk se hace con moléculas de porotos, ananá y col. La compañía los promociona como alimentos ricos y saludables, no naturales. 
Según un reporte de The Good Food Institute, en los últimos dos años la industria de los alimentos sintéticos basados en plantas creció un 29 por ciento en Estados Unidos, contra un 2,2 por ciento de la industria de alimentos minoristas. El segmento líder es el de la alt-milk, o leche alternativa, con el 40 por ciento de las ventas. También Impossible Foods, compañía pionera en alimentos sintéticos que postula como misión “revertir el cambio climático”, está trabajando en una versión de leche sin lactosa. Su CEO Pat Brown dijo: “Queremos hacer algo que para amantes de los lácteos sea mejor que cualquier cosa que venga de una vaca”. A ordeñar ese algoritmo.

 

9. Texticidios

Hay un bot simpático en Twitter, @LNdijo, que recoge las palabras que salen por primera vez en el diario La Nación, inspirado en @NYT_first_said. Bueno, el lunes La Nación dijo “texticidios”. Otro bot, @dijo_meta -hecho por la misma persona, @j_e_d, le Dr. Frankenstein de los bots- aporta el contexto: una entrevista a la presidenta de la Academia Argentina de Letras, Ana María Zorrilla. El periodista Daniel Gigena arranca así: “¿Se cometen crímenes de lesa gramática contra el español? ¿Son los principales sospechosos de ‘texticidios’ periodistas, publicistas, funcionarios e incluso escritores?”
La nota viene a cuento del nuevo libro de Zorrilla, Sueltos de lengua. Así lo describe ella: “Reúne distintos momentos en que la lengua tropieza con los que no saben cuidarla por desidia o porque, como decía Goethe, son fanáticos de la ignorancia activa”. Agrega que “eligen el camino del error sin tener en cuenta que la lengua posee normas que nos guían para hablar y escribir con cierto decoro”, y que “hay que esforzarse” para hablar y escribir “para que nos entiendan”. “Hacernos entender y entender naturalmente a los demás significa haber comprendido que vivimos en una lengua”, asegura.
De verdad me sorprende que a esta altura de la soireé una académica de renombre pueda decir tan suelta de lengua que son les hablantes quienes no hacen el esfuerzo de hacerse entender. ¿Tan poca conciencia de campo tiene? ¿Ni una vez escuchó hablar del poder asociado a la norma culta, del capital simbólico? ¿Ni un poquito de ruido le hace ese “naturalmente”?
Lo dicen claro les lingüistas Juan Eduardo Bonnin, María López García y Santiago Kalinowski (también de la Academia Argentina de Letras) en el primer episodio de su podcast Hablando mal y pronto: prohibir expresiones de la lengua es prohibir a sus hablantes. Y lo mismo vale para el desprecio o la burla. Preocuparse más por el texticidio que por el hablanticidio es como preocuparse más por las cosas que por las personas.

 

10. Jacarandá

Al este y al oeste llueve lloverá. Ya veré. Noviembre. ¿Miraste para arriba últimamente? Estuve tan guardada que casi me pierdo la floración de los jacarandás (¿jacarandaes? ¿jacarandases?). Una flor y otra flor celeste, aunque yo las veo más bien lilas contra el cielo flúo. Nuestra porción de belleza porteña.
La palabra viene del tupí-guaraní, como tantas otras vocálicas y agudas. “Yakara’na, construido con los vocablos hakuã, que tiene perfume, y renda, lugar, sitio, o sea ‘fragante’”, dice la Wiki. Un árbol de la selva. 
Los jacarandás de Buenos Aires los soñó primero, los diseñó y mandó a plantar después Carlos Thays, el paisajista francés que se ocupó de poner en cada parque emblemático del país un jacarandá y una araucaria: norte, sur, mundo. Martín Jali argumenta que si Buenos Aires se parece a París, es en parte gracias a Thays. París violeta selva.
En los sesentas salió el himno, gracias una chica de Ramos Mejía y un tucumano, María Elena Walsh y Palito Ortega. Jajarajaja. Los jacarandás están por todas partes, de la Plaza de Mayo a la avenida San Juan y del Rosedal al patio de mi escuela primaria, donde había tres y juntábamos las flores en floreritos que hacíamos con los vasitos de leche. 
El año pasado había 14301 jacarandás en Buenos Aires, según publicó revista Jardín en este alucinante mapa lila: 11.046 en calles y avenidas y 3255 en espacios verdes. Lo de “espacios verdes” está difícil: hay 5,13 metros cuadrados por habitante según el Atlas de Espacios Verdes de la Fundación Bunge y Born, muy por debajo de los 10/15 que recomienda la Organización Mundial de la Salud. Eso sin contar la venta proyectada de 32 hectáreas de la Costanera Norte para hacer viviendas de lujo.
Si pasas por la escuela, los chicos ojalá. Hoy juegan en la vereda, bajo el jacarandá.