1. Irreversible

“El cambio climático es generalizado, rápido y está intensificándose”, dice el título del comunicado de prensa sobre el sexto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que se publicó el lunes. “Los científicos observan cambios en el clima de la Tierra en todas las regiones y en todo el sistema climático.  Muchos de los cambios observados en el clima son sin precedentes en miles, si no en cientos de miles de años, y algunos de los cambios que ya se han puesto en marcha, como el continuo aumento del nivel del mar, son irreversibles en cientos o miles de años.”
A mí la palabra “irreversible” me lleva derecho a esa película de Gaspar Noé que se comentó tantísimo hace casi veinte años, y que jamás vi, porque tenía miedo de que me resultara demasiado fuerte y para qué sufrir. Qué tiempos cuando el trauma estaba en una película que se podía tranquilamente elegir no ver. 
Ahora las películas nos quedan chicas. Lo decía Carlos Scolari en estos tuits: “La convergencia entre las distopías de la ficción y la no ficción es inquietante, por no decir aterradora”. Basta con ver las tapas de los diarios tras el informe del IPCC: todas son peores que los peores afiches del cine catástrofe. A mí esta foto, quizás la más repetida, me hace acordar al cuadro “El grito”, de Edward Munch, padre del emoji que más sale en estos días 😱. Ni la ciencia ficción ni el cli-fi ni el new weird nos prepararon para esto (que, sin embargo, se viene diciendo fuerte y claro desde hace al menos cincuenta años: La primavera silenciosa va a cumplir sesenta).
La ficción no alcanzó. Vuelvo a ese meme que circuló intensamente a principios de 2020, entre los incendios de Australia y la primera conciencia global sobre el COVID: el cartelito en la librería que decía aquello de que los libros de ficción post-apocalíptica se han movido a la sección de actualidad. Lo leíamos como un chiste. Ya no.
 

2. Ecoansiedad

“¿Vas a hacer un diezpalabras especial reporte IPCC?”, me preguntó Evelin Heidel el martes. Y me dejó este hilo de hilos de ¿Ahora qué?. En uno de esos tuits decía 
“Esperamos que te hayas recuperado un poco de la ecoansiedad que deja el reporte”.
“Es una patada en el pecho”, le escuché decir por radio a Nicole Becker
En la guía “Mental health and our changing climate”, de 2017, la American Psychological Association definió la ecoansiedad como “el miedo crónico a la perdición del ambiente”. Ya en 2009, un paper en The Lancet sostenía que el cambio climático es la mayor amenaza a la salud mental (y no solo mental) del siglo.
“Les adultes siempre dicen que deben darle esperanza a les jóvenes. No quiero su esperanza. No quiero que ustedes sientan esperanza. Quiero que entren en pánico. Quiero que sientan el miedo que yo siento todos los días”, decía Greta Thunberg en Davos en enero de 2019, tantos apocalipsis atrás. “Y después, quiero que actúen. Quiero que actúen como si estuvieran en una emergencia. Quiero que actúen como si nuestra casa estuviera en llamas, porque lo está”. 
Ok, Greta. En febrero de 2020, la APA divulgó una encuesta: 68% de les adultes estadounidenses decían sentir al menos un poco de ansiedad ecológica, y 47% de les menores de 34 años decían que el estrés por el cambio climático afecta a su vida cotidiana. 
En marzo de 2021, la APA sacó otra guía para terapeutas sobre ecoansiedad. “Cuando hay algo crónico, tiene que haber una forma más sistemática de ayudar”, dice Nancy Piotrowski. “Vamos a trabajar en esto mientras vivamos”.
“Algunas cosas que podemos hacer para no caer en el pozo de la angustia climática: juntarnos con gente que entienda nuestra preocupación, hablar del tema y canalizar la angustia a través del arte, acciones sociales”, dice en Perfil Ecointensa, “pero,  principalmente, convertir la ansiedad en activismo”.
Greta, 2018: “Una vez que empezamos a actuar, la esperanza está por todos lados. En vez de buscar esperanza, busquemos acción y la esperanza llegará”.
 

3. Registro

“Me mataste con esta edición 😭”, me escribió el domingo Matías Fernández. “Me apena que de a poco, e inevitablemente, todas las palabras vayan apuntando hacia la catástrofe climática. (…) Lo vivo como una tragedia muy próxima.”
“La palabra que me interpeló de cerca -lamentablemente- fue ‘emergencia hídrica’. Te leía mencionar que Chubut entró en la misma, y no puedo dejar de pensar en otra que ya apareció, la de ‘porteñocentrismo’. (…) Soy de Mendoza, y aquí estamos cumpliendo, aunque no felizmente claro, diez años de emergencia hídrica sostenida”, decía María Victoria Amadeo en un correo, el martes. “Los centros de ski cerraron sus temporadas a mediados de julio, cuando generalmente se extienden hasta septiembre u octubre. Nevó sólo dos veces en algunos lugares, y en los que más nevó, apenas tres o cuatro. Lugares que antes sólo eran accesibles en pleno verano porque el resto del tiempo estaban bloqueados de nieve, ahora estaban despejados. Crecí en esta provincia, y la solastalgia que mencionás es algo que este año me está dejando total y completamente sin palabras, sin ánimos siquiera de intentar lo que sea por mejorar esta situación”. 
“Leer varias palabras juntas fue terrible”, me dijo el jueves Pablo Fisher. “Cero registro (por ahora) tenemos en Buenos Aires de que el agua es finita y hay una crisis gravísima”.
Otra vez María Victoria: “Y sí, vivir con el agua contada y ver cómo se autorizan más mineras, más desmonte, más barrios privados en zona de vertiente, es sentirse un poco impotente. A veces en casa sentimos que al pedo compostamos, llevamos una alimentación basada en plantas, reducimos los plásticos y los reutilizamos y separamos para su reciclado. A veces, parece que nada de eso suma. ¿Sumará? Quién sabe. El mundo igual se estará yendo a la mierda, pero la seguiremos remando, porque bajo la lógica del ‘ya fue’ llegamos a las conclusiones del informe de la ONU / IPCC.”
 

4. Adaptación

“Siempre fue muy calmo mi pueblo adorado / Salvo aquella vez que pasó el huracán”, cantaban Les Luthiers en sus “Añoralgias”. Parece que esa es la que se viene.
“El informe del IPCC reúne el conocimiento científico sobre el cambio climático, incluyendo el pasado, el presente y el futuro de nuestro clima, su impacto y riesgos y las opciones de adaptación y mitigación”, dice en uno de los videos de difusión
Este par, adaptación y mitigación, lleva décadas dando vueltas en los discursos sobre cambio climático. Es una salida a la ecoansiedad, porque con el pánico no vamos a ningún lado. Mitigar, para tratar de reducir el daño; pero como no parece estar alcanzando con eso, adaptación. 
“La adaptación se refiere a los ajustes en los sistemas ecológicos, sociales o económicos
en respuesta a los estímulos climáticos reales o esperados y a sus efectos o impactos. Se refiere a cambios en los procesos, prácticas y estructuras para moderar los daños potenciales o para beneficiarse de oportunidades asociadas al cambio climático. La medida en que los ecosistemas, el suministro de alimentos y el desarrollo sostenible son vulnerables o están en peligro depende tanto de la exposición a los cambios del clima como de la capacidad de adaptación del sistema afectado. Es necesario desarrollar y evaluar iniciativas de adaptación planificadas para ayudar a gestionar los riesgos del cambio climático”, dice el IPCC en su informe “Adaptación al cambio climático”, de 2018. 
Adaptarse: prepararse colectivamente para las olas de calor, la sobrecarga del sistema eléctrico, las sequías prolongadas, la inundación. Para vivir en el pueblo de Les Luthiers.
El 30 de julio tuiteaba Antonella Risso: “¿Aparecerá este año la plata para la adaptación y la mitigación del cambio climático? ¿Se orientarán las inversiones a resolver el problema y no más a agravarlo? Seguir subsidiando combustibles fósiles es realmente delirante. Subsidiemos la transición”.
 

5. Wayuu

Solo una de las tantas historias de comunidades afectadas por el cambio climático: la de les wayuu, contada en este informe de la Deutsche Welle. “En la Guajira, al norte de Colombia, hogar de los wayuu, la temporada de lluvias es el mejor momento para sembrar, pero hace años que el agua no llega. Ramón y su comunidad recuerdan a sus ancestros con bailes mientras la esperan y amplían los aljibes o jagüeyes para acumular más agua si finalmente llueve. Los lagos estaban reservados para la siembra y el ganado. ‘El agua de aquí la usábamos solo para los chivos. Estamos cavando para que cuando llueva tengamos más agua; si no llueve tendremos que usar lo que nos queda para cocinar y para tomar, es por eso que ya no podemos sembrar’. La escasez de agua obligó a las comunidades a enviar a los niños a lugares donde puedan alimentarse mejor (…) Por eso buscan desesperadamente cualquier tipo de fuente de agua”.
 

6. Negacionismo verde

“El ‘negacionismo verde’ tras la ampliación del Aeropuerto del Prat”, titula Alba Mareca en Climática. “Apenas han pasado tres días de su publicación y ya hay quien ha intentando utilizar el nuevo informe del panel de especialistas en cambio climático de la ONU a su favor”. Cuenta cómo el diputado catalán Joan Canadell dijo que el cambio climático le preocupa, “y mucho”, pero siguió defendiendo el proyecto de ampliación del aeropuerto del Prat: “He buscado información y el aeropuerto está a 2 metros de cota [sobre el nivel mar] y la peor previsión del IPCC es una subida de 1,1 metros en 2100”. Otro funcionario, Jordi Terrades, publica un artículo en el que defiende que la ampliación del Prat es “una oportunidad para conseguir una reducción neta de emisiones de carbono”. Otro, Jordi Puigneró, ha dicho que el aeropuerto será “el más verde de Europa”. 
“Ya se sabe, la salida a la crisis ‘será verde’ y de ahí que los fondos europeos hayan recibido el mismo calificativo. O, que una vez tras otra, se apele a la sostenibilidad o a la emergencia climática hasta vaciar ambos términos de sentido. Pero todavía llama la atención que se respalde un proyecto que pone en auge la aviación a la vez que se lamenta ‘un contexto de emergencia climática’”, destaca Mareca. Y cita a  Alfons Pérez, ingeniero e investigador del Observatori del Deute en la Globalització (ODG): “Esto va más allá del greenwashing o lavado verde”, dice. “Ahora todo va a ser verde, sostenible. El modelo económico va a virar a que todo se va a pintar de verde; esa es la agenda. El negacionismo toma una nueva forma. Las empresas hablan de neutralidad climática, se plantean las transiciones en términos de hidrógeno verde o se habla de megainfraestructuras energéticas o grandes parques fotovoltaicos”. Mareca cita después a Jaume Osete: “negacionismo es dedicar fondos a cualquier proyecto que agrave la crisis climática”. Y recuerda que, por muy verde que se venda el proyecto, un aeropuerto implica necesariamente aviones.
 

7. Talibanes

Is this 2001? Parece. En las últimas semanas, y particularmente en los últimos días y horas, se volvió a hablar intensamente del avance de los talibanes sobre distintas ciudades de Afganistán. Después de tantos años, tantas temporadas de 24 y de Homeland, tanta metáfora donde “talibán” significa simplemente “decidido” o “incondicional”, volvieron los talibanes auténticos. 
Desde que en abril Joe Biden decidió concretar la retirada de tropas estadounidenses, en la que es la guerra de ocupación más larga en la historia del país, los talibanes avanzaron hasta tomar el control de 250 de los 400 municipios del país, y casi todos los puestos fronterizos, según detalla Ezequiel Kopel. Al cierre de esta edición (:-)) dominaban prácticamente todas las ciudades del país excepto Kabul, la capital, que se especula que caerá en breve. Ya mandaron representantes que se reunieron con diplomáticos de Irán y China. Y se espera que busquen tomar el control total del país para el 11 de septiembre, fecha simbólica. Veinte años, 2300 militares estadounidenses y 240 mil afganos muertos después, la situación vuelve a donde estaba. Según el Wall Street Journal, “el ejército afgano estaba moldeado para encajar con las operaciones estadounidenses y colapsó sin el apoyo de la aviación y la inteligencia de Estados Unidos”. 
“Cuando los soviéticos se retiraron, el gobierno afgano duró tres años antes de caer. Hoy es probable que ni siquiera dure dos meses”, dice Kopel. “Estados Unidos diseñó el Estado afgano para satisfacer los intereses antiterroristas de Washington, no los intereses de los afganos. El resultado está a la vista”. 
Pienso en la preciosa serie We are who we are, del año pasado, donde la guerra de Afganistán es el drama de fondo. El dolor en sordina de una generación.
A todo esto, en los últimos días de julio una inundación en la región de Nuristán, en el norte de Afganistán, dejó 113 personas muertas y otras tantas desaparecidas.
 

8. Titella

Esta es la triste historia de un magnate farmacéutico estafado por un vivo. 
El magnate es Alejandro Roemmers, hijo de Alberto Roemmers, dueño del laboratorio del mismo nombre, uno de los hombres más ricos de Argentina. En 2018 festejó su cumpleaños número 60 con una fiesta para 600 personas en Marruecos, que costó 6 millones de dólares. El vivo es el español José Luis Moreno, que lo convenció de que estaba rodando una serie a la que llamaba “tu propio Game of Thrones”, y le hizo desaparecer más de 35 millones de dólares. Por lo menos 16 se los habría quedado él; lo cuenta Ernesto Ise en Perfil
Moreno fue detenido por estafas, fraudes y lavado de dinero que hasta lo vinculan al narcotráfico, en la Operación Titella (“títere”, en catalán). Esquivó la cárcel pagando una fianza de 3 millones de euros. 
La serie se llama(riola) Resplandor y tinieblas, y recrea la vida de San Francisco de Asís. Roemmers ya le dedicó a este personaje el musical Franciscus, que se estrenó en Buenos Aires en 2016, dirigido y producido por Flavio Mendoza. 
Roemmers ha escrito El regreso del joven príncipe (elaborando sobre El Principito) y Vivir se escribe en presente, en el límite entre la novela y la autoayuda; también tiene varios libros de poesía. Moreno le habría dicho que tenía amigos “con contactos con el Nobel de Literatura”, según contó Jairo Straccia. La revista mexicana Expansión lo presenta como “empresario, escritor y filántropo”. En ese mismo medio, decía Roemmers el año pasado: “El dinero es energía. Lo que importa es lo que haces con él”. 
Durante años Roemmers puso millones; Moreno solo le mostró un trailer, y cada vez le pedía más dinero. El rey está desnudo.
Cuando Moreno quedó imputado, se intervinieron teléfonos y se encontraron conversaciones. Roemmers le decía: “No hiciste nada de lo que te pedí; 32 millones de euros a cambio de nada, salvo un guión inconcluso y un trailer que según los expertos que consulté carece de calidad”. Tantos disgustos y ningún premio Nobel.
 

9. Depresión

“¿Por qué un grupo de psiquiatras, médicos de la salud mental, que viven en Italia, España, Argentina, México, Chile, han decidido mezclarse con una problemática meramente política? Las respuestas a su pregunta y a la mía no son mías: están en las paredes de Valparaíso: ‘No era depresión era capitalismo’, ponen en las pintadas. Es una de las frases que más me ha golpeado, verdaderamente”, le dice Franco Bifo Berardi a Lala Toutonian en una entrevista en El Dipló de agosto. “Porque al mismo tiempo contiene un análisis de lo que es el capitalismo contemporáneo, esto es una fábrica de la infelicidad, una forma de producción masiva de la fragilidad psíquica que está vinculada con lo que es la precariedad laboral. Vinculada también con una condición donde los cuerpos no se encuentran porque cambian los signos codificados a través de una máquina. Es una generación frágil con una fuerte y lógica tendencia hacia la depresión. Afortunadamente, hoy las terapias son muchas pero me parece que la que mejor resulta es la insurrección, ha sido la sublevación, la creación de comunidades autónomas en las calles de la ciudad lo que dio aire. Y no solamente en Santiago, sino en Minneapolis, Chicago, y esas ciudades norteamericanas en la primavera de 2020. En el momento mismo de la violencia pandémica, de los muertos estadounidenses, negros, latinos y blancos precarios debieron enfrentarse a una alternativa. La metáfora psicoanalítica del ciclo pánico-depresión expresa adecuadamente el presente porque no es solo una metáfora, sino la sustancia de la que está hecho el proceso de subjetivación social.”
 

10. Deshago

“El mundial y los goles de Maradona frente a los ingleses ligaron muy rápidamente la relación entre catástrofe social y crisis. Acontecieron al modo de la tragedia griega, trabajaron para representar un alivio simbólico a una comunidad golpeada. Diego fue una especie de “segundo en el combate” para restablecer los traumatismos en el lazo social (…). Entre la tiranía de lo social y la del individuo no siempre la salida puede hallarse en la dicotomía. Rota la relación colectiva en una situación extrema, el desmoronamiento de todas las referencias hace surgir vinculaciones por fuera de la norma. (…) El acto del Diez (…) acortó la distancia entre el detalle ínfimo y el hecho masivo. Fue la explosión, la metáfora, un pasaje en donde las palabras pierden garantía por un acto decidor, donde también se construyen nuevas referencias. Constituyó una marca de pasaje del pasado al presente que la tragedia había dejado detenida en el tiempo. (…). El pasaje en acto de Diego Maradona es eso, un pasaje: le da una vuelta de tuerca, metaforiza a través del juego, a través de su nombre, un deshago, una revancha, un ajuste. Nos deja menos solos y nos permite sublimar como en una película de Quentin Tarantino. Es su modo de hacernos participar de la historia, un modo que nos volvió menos fantasmas, porque con su gesto apareció también un colectivo patriótico al fin glorioso.
El fin de la guerra es el fin de la dictadura y en esto también está contenido el gesto de Diego Maradona curándonos una herida. Hay acontecimientos que necesitan del encuentro de la audacia individual y una situación crucial. Su manera de combinarlas fue la de ejercerse en un truco único, en donde apareció él y aparecimos todos.”
Carina González Monier, “El hombre – el momento – la máquina”, en Todo Diego es político
(Un deshago, un sacarse esta bota del pecho. Un antídoto, una fórmula que rompa el maleficio. Un deshago: un desahogo, aunque sea breve. En primera persona; individual y colectivo, basta para mí basta para todes. Un beso en plena calle, war is over, guarisove. Una primavera de necesidad y urgencia, diez minutos de recreo antes de que se nos prenda fuego el pelo. Vamos que ya llega).