9. Mundial

Porque claro que pensar en el Mundial era, hasta hace nada, pensar en Diego levantando la Copa en el Estadio Azteca. Esta foto icónica de autor desconocido. Pero para toda una generación, desde hace dos semanas y para siempre, Mundial es esta otra: Lío con la Copa en alto.  74 millones de personas le dieron like. La imagen que soñamos tantos millones que queríamos ser felices con su felicidad. 
Preguntaba Alicia Killner en la edición mundialista: “¿Habrá lógica más humana que gozar por una intermediación?”
Como dijo Carina González Monier: “Que pase la sorpresa, el bit del pasaje del cero al uno. Que suceda lo que no estaba ahí y cambia el curso de las cosas”.
Seis de las diez palabras más votadas por la aristocracia lectora de este newsletter para representar 2022 están relacionadas con el Mundial. ¿Casualidad? Para nada. ¿Ceguera selectiva? Tampoco: prepotencia de felicidad. Voluntad empecinada de priorizar esto, de que nos dure.
Una de las votantes, Sabri, eligió como palabra “Campeones del mundo mundial”. Me hizo pensar en el querido Manolito Gafotas de Elvira Lindo, al que estuvimos releyendo con mis hijas durante todo diciembre. Creer o reventar. O leer. Elijo creer. 
Tuiteaba Miriam Priotti hace una semana: ”Siento que la copa vino a cerrar el portal de desgracias que abrió el chancho cayendo del helicóptero en enero 2020. Que así sea!“
El Mundial como un recordatorio: Hoy no es siempre.
Que suceda lo que no estaba ahí.
Que lo pasado descanse en paz.
Cerrar. Y abrir.
 

4. Qatarsis

DirectTV: te conmina “¡Vive la Qatarsis!”. Aunque ingeniosa, descartemos la Q que solo evoca un Mundial de corrupción, homofobia, machismo y muerte de obreros.
Catarsis en medicina es purga, es la expulsión de las sustancias nocivas del cuerpo. Para desencadenarla basta con inocular un poco del mal que afecta al paciente y provocar una crisis tal que el tóxico se elimine. Es purificación del cuerpo.
Según Aristóteles “la catarsis es la facultad de la tragedia de redimir (o ‘soportar la purificación’) al espectador de sus propias pasiones, al verlas proyectadas en los personajes de la obra,​ y al permitirle ver el castigo merecido e inevitable; sin experimentarlo él mismo”.
La tragedia no es para los griegos entertainment, es religión y terapéutica. Como en el fútbol el público viene de lejos a la polis, al estadio. La multitud goza y padece con la representación de eso que, generalmente, no admite representación. 
¿Habrá lógica más humana que gozar por una intermediación?
Como si de Sófocles hasta hoy no hubiera pasado nada, “Hoy te convertís en héroe”, le dce Mascherano a Romero en 2014. Y con esa  palabra mágica, el arquero ataja dos de los cinco penales.
Aristóteles, como Freud, lee a Sófocles y afirma que el héroe tiene athe, fatalidad, hybris, exceso, hamartia, error trágico en el que persiste, peripateia, el punto en que la suerte se transforma en desgracia, tiene anagnórisis, percepción de su error y metabolé cuando algo le hace clic. Para el  público es la acción, es el acto trágico (por eso actores) lo que en verdad importa y no tanto el mythos.
La catarsis sólo es un alivio transitorio: nada se cura -para Lacan- si el sujeto no se hace responsable de sus actos y cambia su posición frente al mundo.
Y last pero para nada least, el fútbol nos ha dado un héroe trágico singular y al mismo tiempo universal. Un semidiós, un ser único tocado por lo sagrado, dotado de piernas benditas y manos divinas. Un revolucionario, un equivocado lleno de razones, hamartia tras hamartia, traicionado por sí mismo, un santo, un vicioso lleno de excesos y arrogancia, fatalidad,  mitos, virtudes y defectos morales. Cada acción suya liberaba toneladas de libido en Buenos Aires, Nápoles o Kerala. Vivió 60 años, tal vez demasiado para tanta intensidad.
Por Alicia Killner
 

6. Futbolemia

“Mi futbolemia (normalmente baja) llega a niveles críticos para el mundial”, tuiteó Alicia Killner. “Fútbol” y /-emia/ (del griego αἷμα, haîma, sangre): algo así como “el nivel de fútbol en sangre”. ¿Cuál sería un nivel de futbolemia normal? ¿Cómo se mide?
En tiempos de Copa del Mundo y en un contexto ávido de felicidad, la futbolemia se dispara a niveles inesperados. A los habituales DT que dirigen a sus equipos desde el living nos sumamos los advenedizos a quienes la Selección convoca cada cuatro años.
Casas, oficinas y escuelas se llenan de cotillón albiceleste; las charlas se tornan monotemáticas, las agendas se organizan en torno a los partidos. Se festejan las victorias, y las derrotas devienen tragedias nacionales. 
Aunque Argentina fue el país sudamericano que más cantidad de entradas solicitó para Qatar (¡más que Brasil!) y el octavo a nivel mundial, al inicio en las tribunas se vieron niveles de futbolemia inaceptables: “la mejor hinchada del mundo” no alentaba con la pasión esperada; y durante el primer partido, los sauditas fueron multitud. Para el segundo, la AFA llevó a un centenar de barrabravas y se pudo escuchar el hit de La Mosca que cantan los jugadores en el vestuario: “Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar…” Es que un tropezón no es caída y esta selección tiene la capacidad de movilizar el pathos nacional, nuestros ánimos, afectos, pasiones.
Los niveles de futbolemia se miden por comparación. La expresión “tiene menos fútbol que Betty Sarlo” es un clásico de las redes para quienes piensan que este juego “son 22 tipos corriendo detrás de una pelota”, o que, como dijo Sarlo alguna vez, preferirían pasear por un museo a ver un partido. En el otro extremo está el nivel Tano Pasman, el hincha de River viralmente célebre por sus reacciones frente a la TV (“¿Qué es esto? ¿Se puede romper?”). 
La gran mayoría de los argentinos estamos “manja”: necesitamos fútbol, fútbol, fútbol (así, al ritmo de Santa Maradona de Mano Negra) para mantener nuestros niveles de futbolemia estables.
Por Ana Laura Maizels
 

3. Narcinismo

Otra palabra-valija recargada, otro aporte de Alicia Killner (¡gracias!). Me remitió a una entrevista que la psicoanalista Colette Soler dio a Oscar Ranzani, publicada en Página 12 en octubre de 2017. 
–¿Por qué definió como “narcinistas” a los sujetos que se dedican a sus satisfacciones propias en cualquier campo que sea: profesional, amoroso, sexual?
–Es una condensación de las palabras “narcisismo” y “cinismo”. El narcisismo consiste en ocuparse de sí mismo. El cinismo consiste en dedicarse a su propio goce. Lo que subrayé fue que el cinismo actual no es el antiguo. El antiguo era un cinismo que tenía un alcance político, como sucedía en los tiempos del emperador Alejandro. El actual no tiene un alcance político. Los sujetos no tienen más causas colectivas para dedicarse. El cinismo actual es por falta de causas. Los sujetos se dedican a sus pequeñas cosas, a sus logros, a sus beneficios.”
En un artículo de 2012, Claudio Boyé lo explica así: “Esta nueva subjetividad es producto, según la autora [Soler], de lo que Lacan llamó su quinto discurso, el discurso capitalista. A diferencia de los otros cuatro discursos que sí generan lazo social, éste tiene la característica de deshacer el lazo social. Con esto nombra un “estado de la sociedad en que a falta de grandes causas que trasciendan al individuo, a falta de solidaridad de clase, cada quien no tiene más causa posible que sí mismo”.
 

3. Opoficialismo

Un hallazgo de Alicia Killner, en un texto de Sebastián Lacunza en torno a la interna política argentina, publicado el domingo pasado en ElDiarioAr.
“El cristinismo halló un cauce narrativo. El motivo del fracaso del Frente de Todos no es el halo de impericia y convicciones líquidas que recorre buena parte de los despachos oficiales, tanto de camporistas como de pejotistas y albertistas. Tampoco el liderazgo vacante de Alberto Fernández, ni su desconcertante mecanismo para no tomar decisiones, ni mucho menos el dogma de los subsidios energéticos, ese agujero negro que lastra la economía argentina y es arbitrado, casualmente, por La Cámpora. El escándalo de la deuda tomada por el macrismo, la pandemia y la guerra de Ucrania son condicionantes atendibles, pero no tanto como las acechanzas que afrontó, con épica del gladiador de Ridley Scott, Néstor Kirchner. La vicepresidenta y el diputado, consagrados por los suyos como los dueños de los votos, salieron por arriba de la encerrona en que se habían metido —su opoficialismo— y se reencontraron con las palabras al identificar a un traidor que entregó al país a los brazos del FMI: Martín Guzmán.”
 

7. Mafilia

Y hablando de descentralizar y desafiar, qué hallazgo este término que usa L-Gante; Mario Puzo sonreiría. Yo que soy de otra generación lo conocí recién ahora, en una noticia que muestra la palabra escrita con aerosol en la limusina blanca que usa -muy a lo Charly García– para moverse. En este caso, el grafiteo venía en homenaje a El Noba, el músico que murió esta semana tras un accidente de moto. La mafilia de la limo grafiteada me lleva a pensar en los familionarios (N84P07) de Freud y Heine y Alicia Killner: similitudes y diferencias. Qué palabrita clavada al ángulo. 
 

7. Familionarios

Un regalo de Alicia Killner. “Hace mucho me fui a Europa de mochilera con amigas, una de ellas con familionarios en París. Una noche: invitación a cenar, compramos vestidos de saldos con bolitas y deshilaché de Printemps. Fue llegar y darnos cuenta de lo ordinario que era nuestro look al lado de sus Chanel”, contaba en una charla acerca de cuánto pesan algunas miradas. Cuando le pregunté por la palabra, me dijo que era de Heinrich Heine, y que Freud se la había robado.
Fue en “El chiste y su relación con lo inconsciente”, de 1905. Freud cita un fragmento del libro Reisebilder (‘Estampas de viaje’) de Heine. Hirsch-Hyacinth, agente de lotería y pedicuro del barón de Rothschild, alardea de su relación con él: “Y así, verdaderamente, señor doctor, ha querido Dios concederme toda su gracia; tomé asiento junto a Salomón Rothschild y él me trató como a uno de los suyos, por entero famillonarmente”.
Una palabra-valija (N68P08) preciosa:,con todos sus componentes: familia, millonarios, sorpresa, chiste. Me hace acordar a Kajillionaire (N13P09), la película de Miranda July, que contaba la historia ya no de una familia de millonarios, sino de una familia  que quiere ser millonaria. Y su trato, la relación entre elles, es pobre.
 

5. Imprevisto*

Otra palabra que no sale en el ranking de la RAE ni de Oxford: only in diezpalabras, gracias a un generoso regalo de Alicia Killner, que a su vez compartió con nos un regalo de su amiga Camila. Pero, la verdad, no es tan sorprendente que esta palabrita capture el clima de la época, de la larga época que estamos viviendo hace casi dos años. Al final, el año pasado “unprecedented” (N09P06) fue elegida “palabra del año de la gente” en Dictionary.com. No es lo mismo lo sin precedentes que lo no previsto, aunque por ahí anda. Imprevisto (N62P09) tiene un matiz de sorpresa positiva: “lo inesperado también acontece”. Gracias otra vez, Alicia, Camila, Clarice.
Hablando de Clarice y de la locura de amor y las mujeres una poeta de Brasil me manda esto. Lo pensé para vos”, me escribió hace unos días Alicia Killner, parte de la aristocracia lectora de diezpalabras. Venía con una foto de un libro, un epígrafe, y arriba decía ‘hallazgo que me envía Camila Do Valle’.
El texto es un fragmento de una carta de Lispector a su amiga Olga Borelli. Está fechado en Río de Janeiro, 11 de diciembre de 1970, y es tan lindo en portugués que no quiero traducirlo; hay versión e español acá. Aunque es una carta, y lo encontré como texto corrido, lo reproduzco como se ve en la foto de Alicia y Camila.

Acontece que eu achava
que nada mais tinha jeito.
Então vi o anúncio de uma água
de colônia da Coty, chamada Imprevisto.
O perfume é barato. Mas me serviu
para me lembrar que o inesperado
bom também acontece.
E sempre que estou desanimada
ponho em mim o Imprevisto.
Me dá sorte.”
 

9. Imprevisto

“Hablando de Clarice y de la locura de amor y las mujeres una poeta de Brasil me manda esto. Lo pensé para vos”, me escribió hace unos días Alicia Killner, parte de la aristocracia lectora de diezpalabras. Venía con una foto de un libro, un epígrafe, y arriba decía “hallazgo que me envía Camila Do Valle”.
El texto es un fragmento de una carta de Lispector a su amiga Olga Borelli. Está fechado en Río de Janeiro, 11 de diciembre de 1970, y es tan lindo en portugués que no quiero traducirlo; hay versión e español acá. Aunque es una carta, y lo encontré como texto corrido, lo reproduzco como se ve en la foto de Alicia y Camila.

Acontece que eu achava 
que nada mais tinha jeito.
Então vi o anúncio de uma água 
de colônia da Coty, chamada Imprevisto. 
O perfume é barato. Mas me serviu
para me lembrar que o inesperado 
bom também acontece.
E sempre que estou desanimada 
ponho em mim o Imprevisto. 
Me dá sorte”