8. Refucilo

“Buscar incansablemente algo. Algo que no se conoce pero puede reconocer. Una música que nos suena. 
¿Cómo ir a buscar eso?
A tientas, como un ciego que indaga el territorio con un bastón, tratando de reconstruir a partir de los ecos que devuelve el paisaje. 
¿Cómo reconocer lo desconocido? ¿Qué vibración en el cuerpo nos indica que es eso y no otra cosa? El misterio del reconocimiento ante lo nuevo pertenece al territorio de la escritura. 
A veces aparece lo inimaginado y lo reconocemos. Hay una armonía en lo que se nos presenta. Una armonía que no tiene nada que ver con lo ‘correcto’ sino con la sensación de lo descubierto a ‘segunda vista’. Un refucilo. Una correspondencia que solo se descubre una vez producida y ya no puede dejar de verse.
(…) ¿Pero cómo se busca lo que es -en sí- un descubrimiento fortuito? 
¿Qué es lo que se encuentra sin buscar?
Escribir es estar en actitud de búsqueda sin orientarse hacia ningún objetivo. estar despiertos, alertas, abiertos. ¿A qué? A todo. Ser sismógrafos de los más mínimos movimientos. Actitud de entomólogos al entrar a territorio nuevo: poner en suspenso las estructuras perceptivas que dominan la mirada. Moverse en el paisaje como un médium que gira sobre sí mismo,los ojos cerrados, las manos extendidas, tratando de reconocer cuál es la voz que va a abrirse paso hasta alcanzar su escucha. 
Escribir es ir a una estación de trenes, cualquiera, sin esperar a nadie, sin leer en las pantallas ni el origen ni el destino, acercarse al andén y ver bajar la gente y ver. Ver sin mirar. Hasta que algo -alguien pero también algo- se desprenda del resto. Algo que nos resulte propio, nuestro. Hasta que una mirada o un objeto o una acción nos llame directamente. 
¿Cómo saber qué buscamos si sólo podemos reconocerlo en el encuentro? Sólo estando ahí, presentándonos a la cita. El escribir -no la escritura- es la estación de trenes. Esa estación, con nosotros en el andén, en el momento exacto en que el tren llega, la gente se pone de pie y se abren las puertas.”
Eugenia Almeida, “Quimera”, en Inundación (Documenta, 2019)