1. Coengendran

El domingo recibí un mensaje de Roxana Salpeter: “Qué fuerte suena coengendran”. Citaba un tuit: “Las familias recurrentes a la #GestaciónSubrogada en Ucrania estamos muy conmocionadas. Sufrimos y tememos por las gestantes q coengendran a nuestros hijos y por sus familias. Pedimos a España y Europa que estén #ConElPuebloDeUcrania en la defensa de su vida y derechos humanos.”
El tuit sale de la cuenta de APINGU, “Plataforma apartidista por la Protección de la Infancia Nacida en Georgia y Ucrania”. Aquí su comunicado.
En los días siguientes el enorme debate sobre subrogación de vientres se actualiza con la guerra. Va corriendo en paralelo al miedo a las bombas y la amenaza nuclear (la semana pasada me parecía inverosímil estar escribiendo sobre guerra, hoy ya estoy naturalizando escribir sobre nuclear). Las posibilidades técnicas van más rápido que las políticas y mucho más rápido que las éticas. 
Algunas respuestas al tuit: 
“Se os acaban los países donde comprar niños rubitos y con ojos claros a cuatro duros” (Marin).
“‘Coengendran’, de todos los neologismos repugnantes, este llega al podio. Solo os preocupa vuestra inversión en una macrogranja de mujeres vulnerables.” (Pablo GH)
“Las familias recurrentes a la Gestación Subrogada sois tan mercenarios y tan inhumanos como los que han iniciado esta guerra, ellos en su afán de dominar el mundo y vosotros en el vuestro de perpetuar vuestro ADN..que es afán, NO UN DERECHO” (Rosavel).
“Haberlo pedido por Amazon que la política de devolución es muy buena” (Proteo). 
Leo historias de españolas en hospitales ucranianos con bebés muy prematuros, desesperadas por conseguir una ambulancia que les lleve a la frontera. 
“Se rumoriza q el alud de partos prematuros fue provocado para que los pudieran recoger antes de la guerra”, tuitea Outlier. Cómo saber. 
La gestación subrogada no es legal en España. Tampoco en Argentina. Cinco familias argentinas acaban de salir de Ucrania con bebés, según el canciller Santiago Cafiero
Pienso en les bebés y en las mujeres que ponen el cuerpo en esos embarazos por encargo (“gestantes” para algunes, “madres” para otres). Más allá del (gigantesco) dilema ético, ninguna planearía cuidar a ese bebé (incluso lo tienen prohibido por contrato). Con las fronteras cerradas y las bombas cayendo, ¿qué les queda?