8. Haberes

No hay nada más relacionado con la justicia intergeneracional que el sistema previsional. Y no se me ocurre palabra más triste, más pobrecita, que haberes. Liquidación de haberes.  Cuánto menos se cobrará en un año por el recorte a los haberes, decía La Nación. 
De alguna manera opaca, haber es menos que tener, y tantísimo menos que poseer. Los haberes se perciben del 1 al 5; las posesiones se declaran (o no).
En estos días en Argentina se discutieron los conceptos de riqueza, grandes fortunas, aportes solidarios e impuestos confiscatorios; y si se es rico o no con 200 millones de pesos, o 2,5 millones de dólares, que según Patricia Bullrich “es lo que gana un abogado de Nueva York en un año”. 
Fortuna, riqueza, bienes: palabras que brillan. No como haberes, tan cenicienta barriendo la cocina. Se dijo alguna vez que en Argentina nadie se hace rico trabajando; nadie saca destellos dorados de haberes mensuales. 
Dijo el lingüista Santiago Kalinowski en su micro “Chinos de la lengua”, el jueves ¡6.40! en Radio con Vos, que al hablar de fortuna, riqueza, pudiente, potentado, acomodado, acaudalado, millonario, opulento, se rondan cuatro núcleos semánticos: la suerte, el poder, el bienestar y la acumulación. Nada de eso está en los haberes, donde apenas si algo hay, lo mínimo.
El miércoles, tras la media sanción a la ley de Aporte solidario de las grandes fortunas, Alejandro Bercovich dedicó su editorial radial a nombrar a los más destacados de ese 0,02 por ciento de la punta de la pirámide social. Mencionó a Jorge Brito, fundador del Banco Macro, conocido como el banquero del kirchnerismo. Dos días antes de que Brito muriera en un accidente de helicóptero, Bercovich dijo que “las malas lenguas de la city aseguran que Macro viene de ‘Muy Agradecidos con Rodrigo’, porque se forraron de plata en el Rodrigazo, en el 75, un momento en el cual la mayoría de la gente se empobreció”. Suerte, poder, acumulación, bienestar. Y para los haberes, ni justicia.