8. Cunhaporanga

Y hablando de restos, el newsletter de Rest of the world me llevó a conocer a Cunhaporanga, una chica de la comunidad Tatuyo, en el Amazonas, que juntó más de 6 millones de seguidores en TikTok mostrando la vida cotidiana de su familia en la selva. Ya la llaman “influencer indígena”. 
Lo cuenta el Washington Post con videítos de TikTok insertados. “En medio de la selva amazónica, a orillas del río Negro, una joven con la cara pintada se aburría. La pandemia de coronavirus había cortado el flujo de visitantes, aislando aún más esta aldea indígena, a la que sólo se puede acceder en barco. Así que Cunhaporanga Tatuyo, de 22 años, pasaba sus días, teléfono en mano, intentando aprender las formas del TikTok”, dice la nota de Terrence McCoy. “Bailaba al ritmo de las canciones, doblaba los vídeos, distorsionaba su aspecto de forma salvaje: toda la experiencia TikTok. Nada de esto encontró mucha audiencia. Entonces, levantó una gruesa y retorcida larva de escarabajo ante la cámara. “La gente pregunta: ‘Cunhaporanga, ¿es verdad que comen larvas?’ ¡Claro que las comemos! ¿Quieren ver?” Y mostró cómo lo hacía. Asi  el video alcanzó la viralidad. 
En su cuenta de TikTok se la puede ver con la cara pintada de rojo, y a su padre y a su hermano con atuendos típicos de plumas en la cabeza, pero también bailando a la orilla del río vestida con shorts y remera, como cualquier joven.
Su padre, que había sido uno de los impulsores de la conectividad a internet en la comunidad, se asustó de los números de audiencia. 
Cunhaporanga postea desde un iPhone 7, “comprado con dinero que ahorró vendiendo arte y artesanías a los turistas”, dice la nota. Y desde allí responde preguntas sobre su cultura y su vida que llegan de todo Brasil. “¿Usás zapatos?” “Solo cuando vamos a la selva”.
A pesar de tener seis millones de seguidores, Cunhaporanga sigue igual de pobre. Su padre está preocupado de no poder pagar más internet, y decepcionarla. 
“Son digitalmente famoses, pero de algún modo, más pobres que nunca”, dice McCoy.