10. Futuro

“Esto no es una elegía: como dice Javier Franzé, Cuba es un problema para los que sostenemos ideales democráticos. Y sin embargo, los que estamos de este lado no sabemos bien qué hacer con la libertad: ¿libres para qué? Tampoco sabemos bien cómo es eso de la igualdad. Ya nadie piensa en la revolución”, dice Sol Montero en ElDiarioAr.   Retoma un viejo estribillo de Silvio Rodríguez: “Te convido a creerme cuando digo futuro”.   
“Muchos de los jóvenes de la generación de L-Gante son hijos de la asistencia estatal, hijos del emprendedorismo precarizado, hijos de la clase media empobrecida. Son también los que sacrificaron todo con la pandemia: autonomía, clases, amigos, fiestas, intimidad, quizás familiares, seguramente ingresos. Poco saben de la mística del Bicentenario, del cuadro de Videla descolgado en la ESMA, de los superávits gemelos. A ellos, ¿qué los invitamos a creer cuando decimos futuro? (…)
Pareciera que, cuando tiene que hablar del futuro, el gobierno habla con el lenguaje del pasado: no es solo Spinetta, Alfonsín o Litto Nebbia. El gobierno camina hacia adelante mirando hacia atrás. Es el cuarto hermano de la fábula de Silvio: (…) Camina con el cuello torcido, mirando hacia un pasado que nos pisa los talones. (…)
¿Y el futuro? Es un futuro inmunizado. ¿Cuántas escuelas, viviendas, autopistas, fuentes de trabajo se les prometen a los jóvenes? (…) ¿Cuánto consumo, cuánto ocio, cuántas computadoras, y sobre todo: para qué? Estamos de acuerdo: el Apple Store en la 9 de Julio no era un sueño, era una tilinguería. (…) En su lugar, ¿por qué no imaginar una industria no contaminante, potente, de calidad? ¿Un mercado laboral no precarizado, un mínimo suelo de certidumbres? ¿Podemos soñar cosas imposibles? Los avances en materia de género parecían imposibles y ahí están, como una puerta que se abre hacia el futuro y deja entrar rendijas de luz. (…) La melancolía expresa los límites de nuestra época, dominada por un presentismo paralizante, para pensar el futuro.”