5. Preindignados

Estamos confinades (ok, porteñocentrismo otra vez, mil disculpas); si tenemos la suerte de tener salud nos aburrimos, y ahí florece la discusión sobre los símbolos de las marcas. Bastante gente que se quejó del cambio, y lo relacionó con algún tipo de statu quo amenazado. Este tuit, por ejemplo, me sigue desconcertando: “Primero fueron por el negro de Sugus, despues por la negrita de Blancaflor. La próxima es la negra de bananita Dolca. Y después van por vos”. Todavía estoy tratando de desentrañar la lógica (un desagravio al amigo Bertolt).
Decía Eugenia Mitchelstein: “la cruzada por mantener a la afroargentina en el paquete de Blancaflor no la vimos venir eh”. No, pero hubiéramos debido: era de libro. Le contestó Paula Serrano: “Bueno, es el reflejo exacto de lo que pasa en Estados Unidos cuando sacan a algún personaje de ese tipo de un paquete. Ya vienen preindignados. Estaban esperando que pasara algo así acá.”
Puede ser: la indignación frente a cambios banales como refugio identitario. La verdad que no sé de qué me sorprendo: cuando se abren grietas en las hegemonías de cualquier tipo, de repente hay esquirlas saltando por todos lados. Hacer publicidad masiva se vuelve dificilísimo, porque ya no existe tal cosa como “el humor social”: hay que ver la moneda en el aire y elegir con el humor de quién te vas a alinear (o qué ventas preferís perder). Decía el escritor de Valcheta: “Se dirá que todos las cosas cambian y es cierto si damos crédito a Violeta Parra, pero no así tan de golpe”. Me partió el alma. Como decíamos en el N3506 que decía Lalo Zanoni que decía Hemingway, “Todo sucede de a poco, hasta que todo sucede de repente”.