8. Antiedadismo

“La edad es un momento en el calendario pero no te quita capacidades ni posibilidades, por eso vamos a presentar una Ley Antiedadismo para que todas las personas tengan acceso al trabajo o a lo que quieran hacer sin depender de los años que tengan”, tuiteó ayer la diputada Gabriela Cerruti. En Twitter se le fueron al humo: muchas personas, incluida la ex embajadora Alicia Castro, la acusaron de preparar el terreno para un aumento de la edad jubilatoria. 
Lo cierto es que el antiedadismo, o antiviejismo, no es un invento de Cerruti ni mucho menos. Bueno, quizás esa palabra no se ve mucho; pero la que sí asoma es edadismo: la discriminación por la edad. Es una traducción de ageism; otras traducciones que recoge Wikipedia son edaísmo,​ viejismo,​ ancianismo, gerontofobia  o etarismo.​ Se define como “la estereotipificación y discriminación contra personas o colectivos por motivo de edad”. 
El término fue acuñado en 1968 por el gerontólogo y psiquiatra Robert Butler, que se basó en las palabras “racismo” y “sexismo”. Engloba tres elementos conectados: “las actitudes perjudiciales hacia las personas mayores, la vejez y el proceso de envejecimiento; prácticas discriminatorias contra las personas mayores; y prácticas institucionales y políticas que perpetúan los estereotipos sobre las personas mayores”. La OMS destaca que quienes más sufren edadismo son las mujeres, ya que se superpone con el sexismo, y recoge legislación de la Unión Europea y Estados Unidos contra esta discriminación. Aquí una charla TED.
Cerruti encontró este tema hace unos años, en medio de la efervescencia feminista. Casi como una contracara complementaria de la “revolución de las pibas”, creó “la revolución de las viejas”, un espacio para mujeres “nacidas en los 50/60”, también llamado “Marea Plateada”. El proyecto de ley Antiedadismo se incubó allí. Desafiante para un país con empleo y jubilaciones en riesgo.