8. Zombi

“Teatro zombi. ¿Existirá tal cosa?”, preguntó Susana Pampín el viernes, leyendo la última entrada del Diccionario Utópico de Teatros
“Leo que mucho antes de The Walking Dead, de George Romero y de los caminantes de la noche de Game of Thrones, mucho antes de la canción de Cranberries y del video ‘Thriller’ de Michael Jackson, mucho antes de que la última edición de la Zombi Walk Argentina juntara 25.000 participantes y 15.000 kilos de comida, la palabra ya existía en Haití, provenía de voces similares existentes en distintas lenguas africanas –de las regiones de Congo, Angola, Nigeria, Ghana y Gabón–, y se refería a espíritus, cadáveres, demonios, cuerpos sin alma, personas catalépticas, cucos o ‘retornados’.
Estas fueron las regiones de África en las que los traficantes europeos capturaron, entre el siglo XVI y el XIX, gran parte de los doce millones de personas que vendieron para trabajar como esclavos en las plantaciones de azúcar y otros productos, y que las incuantificables ganancias del esclavismo llevaron a Francia e Inglaterra a convertirse en potencias mundiales. Holanda no se quedó atrás.
(…) Así que la figura del zombi nace como producto del sincretismo entre el vudú y otras religiones africanas que traían los esclavos y la educación católica a la que eran obligados: a partir del siglo XVIII, un zombi es un ‘aparecido’. 
(…) William Seabrook visitó Haití durante la larguísima (veinte años) ocupación de los marines norteamericanos, y en la novela The Magic Island describe a los supuestos zombis que vio trabajando por las noches en los campos de la Corporación Azucarera Haitiana-Americana: ‘Caminaban lenta y pesadamente, como autómatas; sus ojos eran los de un hombre muerto: fijos, desenfocados, no miraban nada’. (…). En algún otro lado leo que para Zizek, los alienados zombis representan a la clase trabajadora. (…) El zombi es, esencialmente, un esclavo: un ser sin identidad, sin voluntad, atrapado en la existencia de un muerto viviente que trabaja sin cesar.
¿Qué sería el Teatro Zombi? (…) ¿Un teatro muerto, autómata, sin impulso, sin deseo? (…) ¿Un teatro esclavo? ¿De qué? 
(…) La utopía sería que no haya un Teatro Zombi (…). Que estemos despiertos.”