1. Fictosexuales

“Este hombre se casó con un personaje de ficción. Le gustaría que lo escuches”, dice un título del New York Times del domingo (acá para todes). En el texto: “Su amada, Hatsune Miku, es una cantante pop de pelo turquesa y sintetizada por ordenador que ha hecho giras con Lady Gaga y ha protagonizado videojuegos. Tras una relación de una década, que según Kondo le sacó de una profunda depresión, celebró una pequeña ceremonia de boda no oficial en Tokio en 2018. Miku, en forma de muñeco de peluche, vestía de blanco, y él llevaba un esmoquin a juego.
En Miku, Kondo ha encontrado amor, inspiración y consuelo, dice. Él y su surtido de muñecas Miku comen, duermen y ven películas juntos. A veces, se escapan en escapadas románticas y publican fotos en Instagram.
Kondo, de 38 años, sabe que la gente piensa que es extraño, incluso perjudicial. (…) Y, sí, sabe que Miku no es real. Pero sus sentimientos por ella sí lo son, dice. ‘Cuando estamos juntos, me hace sonreír’, dijo en una entrevista reciente. ‘En ese sentido, ella es real’.
Kondo es uno de los miles de personas en Japón que han contraído matrimonios no oficiales con personajes de ficción en las últimas décadas, atendidos por una amplia industria destinada a satisfacer todos los caprichos de una ferviente cultura de fans. Otras decenas de miles de personas en todo el mundo se han unido a grupos en línea en los que discuten su compromiso con personajes de anime, manga y videojuegos.
Kondo se ve como parte de un movimiento creciente de personas que se identifican como ‘fictosexuales’. (…). Quiere que el mundo sepa que hay gente como él y que, con los avances en inteligencia artificial y robótica que permiten interacciones más profundas con lo inanimado, es probable que su número aumente. No se trata de un movimiento político, dice (…): “Se trata de respetar el estilo de vida de los demás”.
Hay hasta bandera fictosexual.
Quien nunca se haya enamorado de un personaje de ficción, que tire la primera piedra.